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«¡Ay de mí!»: evangelización, San Pablo y Lumen Gentium 16

“Ay de mí”, escribe San Pablo a los corintios, si no proclamara las buenas noticias de Jesús. Si no evangelizara. ¿Por qué tanto dramatismo?

La interjección griega ouai tiene un peso retórico que no captura suficientemente su equivalente “Ay de…” en castellano. En Mateo 11:21 Jesús utiliza la misma expresión para increpar a los habitantes de Betsaida y Corazin: Ay de ti, Betsaida… Por su falta de fe, en el día del juicio Tiro y Sidón, ciudades paganas por excelencia, quedarán mejor paradas que Betsaida y Corazin. Igualmente en Jeremías 13:27, y en muchos otros textos de ambos testamentos. En nuestro pasaje y en otros, Ouai (Ay de...) con el dativo es una expresión que tiene que ver con el juicio de Dios, y que quizás estaría mejor traducida por “maldito (sujeto al juicio condenatorio de Dios) sería yo si…”


Tras su encuentro con Jesús, Pablo dedica su vida a la evangelización de los gentiles, a predicarles la buena noticia de Jesús. Pablo derrama su vida hasta la última gota en la consecución de esta misión que el Señor le ha dado. ¿Y qué es el evangelio para Pablo? “Es el poder de Dios para la salvación de todos los que creen” (Rom 1:16). Y Por eso Pablo no se avergüenza del Evangelio. A Timoteo le escribe: “Te conjuro, te pido encarecidamente en presencia de Cristo, que ha de venir a juzgar…: Predica la Palabra!” (II Tim 4:1). Pablo le pide que no pierda tiempo y predique el Evangelio, porque vendrán los días en los que la gente no escuchará.


A los que no reciben el Evangelio, Pablo les dice sin miramientos: “Vuestra sangre (caiga) sobre vuestras cabezas. Yo ya soy inocente (de ella)” (Hechos 18:6). En Hechos 20, en su emotivísima despedida de los presbíteros, Pablo les dice: “Soy inocente de la sangre de todos, porque no he dudado en proclamar toda la voluntad de Dios” (Hech 18:26). La recepción del evangelio, creer en Jesús, trae la vida eterna. El no creer en Jesús trae la condenación. El cristiano es una persona que ha pasado de la muerte a la Vida (Efesios 2:2-5, Col. 3:5-9, etc). San Pablo tiene claro que la predicación del evangelio es cuestión de vida o muerte.


¿Y para nosotros? ¿Cómo de urgente es la evangelización? ¿Es verdaderamente cuestión de vida o muerte?


Ralph Martin, consultor del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, ha publicado un libro de importancia capital para la Iglesia del siglo XXI. Will Many be Saved? What Vatican II Actually Teaches and its Implications for the New Evangelization (Grand Rapids: Eerdmans, 2012). El titulo se puede traducir así: ¿Se salvarán muchos? Lo que el Concilio Vaticano II en realidad dice, y lo que implica esto para la Nueva Evangelización”.


¿Qué dice el CVII, Lumen Gentium 16 para ser exactos, en realidad? Pues sí, esta es otra área en la que muchas de las interpretaciones post Vaticano II han oscurecido tanto el sentido como la intención de los documentos conciliares, con consecuencias nefastas para la evangelización.


La tesis de Martin se puede resumir así. Muchos católicos han asumido, explicita o implícitamente, una concepción cuasi universalista de la salvación. Es decir, se asume que, siendo Dios misericordioso, habrá muy pocas almas, quizás las de Hitler y Stalin, que se condenen. Es decir, todos estamos de una u otra manera camino del purgatorio o el cielo (¡pero Mateo 7:14!). A nivel popular cuesta mucho, en base a esta premisa universalista, poner el foco y urgencia necesarios en la Nueva Evangelización. ¿Para qué tantas prisas? ¿Para qué esa predicación kerygmática que nos suena a dogmatismo carca, o, peor aún, protestante? Ralph Martin nos demuestra que los orígenes de esta idea no están en el Concilio Vaticano II. Lo están, más bien, en interpretaciones tendenciosas de Lumen Gentium 16, que, eliminando lo que no convenía (a Karl Rahner entre otros), tergiversan las enseñanzas de la Iglesia, que son también las enseñanzas del Nuevo Testamento, sobre la salvación y la fe.


En concreto, tanto Karl Rahner como muchos otros obvian la sección de Lumen Gentium 16 que Martin llama LG16c, que delimita sustancialmente, con razonamientos bíblicos, la posibilidad que existe de llegar a la salvación sin fe explicíta en Jesús: “Pero con mucha frecuencia los hombres, engañados por el Maligno, se envilecieron con sus fantasías y trocaron la verdad de Dios en mentira, sirviendo a la criatura más bien que al Creador (cf. Rm 1,21 y 25), o, viviendo y muriendo sin Dios en este mundo, se exponen a la desesperación extrema. Por lo cual la Iglesia, acordándose del mandato del Señor, que dijo: «Predicad el Evangelio a toda criatura» (Mc 16,15), procura con gran solicitud fomentar las misiones para promover la gloria de Dios y la salvación de todos éstos.” La teoria del "cristiano anónimo" de Rahner, que tantos seguidores tiene, está construida en base a obviar LG16c, así como gran parte del Nuevo Testamento, incluidas muchas de las enseñanzas de Jesús.


Ralph Martin, elegido por Benedicto XVI como consultor del Pontificio Consejo, asi como peritus para el Sínodo de la Nueva Evangelización de 2012, ha hecho y continúa haciendo una gran labor profética en la iglesia. Su exegesis de LG16 es tan completa como precisa, como lo es su exegésis de textos neotestamentarios relevantes, especialmente Romanos 1-2. Martin dedica dos capítulos a desmontar las lecturas selectivas que hacen Rahner y Balthasar de LG16, y termina con una reflexión sobre estrategia pastoral post CVII. Además de clarificar la doctrina católica sobre la evangelización y la salvación, Martin nos recuerda que doctrina y praxis pastoral no están reñidas sino que van de la mano, y nos llama a un encuentro renovado con el Dios trino. Así proclamaremos, con la urgencia y la pasión de San Pablo, y en base a nuestra experiencia personal, el amor del Padre demostrado en el Hijo, en el poder del Espíritu Santo. ¡Ay de mí, si no evangelizara!



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