Desde Covadonga, el arzobispo Sanz dice que la unidad de España es un «bien moral» a defender
"Pido desde esta tierra que no se dilapide el valor de la unidad plural de una historia de España que tiene siglos de convivencia", indicó el arzobispo.
Añadió: "La unidad de un pueblo que lleva siglos conviviendo no es dictadura ni uniformidad, sino un bien moral que vale la pena cuidar, defender y seguir construyendo juntos".
Sin mencionar expresamente las declaraciones del obispo de Solsona (Lérida), en apoyo a la consulta soberanista catalana convocada para el 9 de noviembre, Sanz Montes aseguró que "se puede vivir desde lo diverso sin levantar muros, que ya hemos tenido bastantes en la historia más reciente".
En sintonía con el mensaje religioso, el otro gran discurso institucional de la jornada, en boca de presidente del Principado, Javier Fernández -presente en el acto religioso junto al consejero de Presidencia Guillermo Martínez; el presidente de la Junta General del Principado, Pedro Sanjurjo; el delegado del Gobierno en Asturias Gabino de Lorenzo; varios alcaldes y diputados regionales-, dejó sentado que "la comunidad asturiana tiene que ser una muralla consistente para defender el Estado de bienestar".
La misa concelebrada por una veintena de sacerdotes y diáconos, así como el abad del santuario, Juan José Tuñón, que en 1989 recibió a Juan Pablo II en el aeropuerto cuando era párroco de Santiago del Monte, reunió, sobre el altar inaugurado en 1901 por quien sería luego San Antonio María Claret, a los tres obispos de Asturias, que intervinieron en la consagración: Gabino Díaz Merchán, emérito de la Diócesis, -encargado de recibir y guiar a Juan Pablo II hace 25 años, cuando visitó la región-, el obispo auxiliar Juan Antonio Menéndez y el propio Montes.
Si algo resonó ayer entre los muros de la basílica, además de las voces de la Escolanía y la orquesta de cuerda, dirigida por Jorge de la Vega, fue la llamada firme de Sanz a sacudirse la inercia que "puede hacernos cansinos, pesimistas y desesperanzados".
Planearon las alusiones a la visita de Juan Pablo II al santuario en 1989, que con su revolucionaria teoría sobre las relaciones entre empresarios y trabajadores impactó a integrantes del Gobierno del Principado, presidido entonces por el socialista Pedro de Silva, que reconocían en privado la vigencia de unas palabras, coincidentes con sus teorías sobre la igualdad social.
Un cuarto de siglo más tarde, el Arzobispo lamentó el giro de aquellos revolucionarios del 68, deseosos de mejoras sociales.
"Lástima que tantos de ellos luego terminaron cambiando la barricada indómita de sus utopías por la moqueta de sus burguesas conquistas", señaló en la homilía, leída, como en otras ocasiones, desde su tableta electrónica.
El titular de la Diócesis, madrileño que declaró ayer su afecto por Asturias, aplicó la teoría y ofreció entre diez y doce casas rectorales de parroquias, en desuso, en el centro del Principado, a familias sin recursos o desahuciadas.
Durante la recepción celebrada en el hotel Pelayo, Sanz Montes, que aludió con buen humor a su reciente intervención quirúrgica como "mi cornada de torero que voy peleando", precisó que algunas acogerán a familias pequeñas y otras irán mas allá del núcleo de padres e hijos.
Caritas, el brazo social de la Iglesia, gestionará el proyecto que, según Sanz, supone dar un paso más "en favor de los que más sufren la crisis económica y moral, en riesgo de caer en la exclusión social".
Gabino Díaz Merchán y Gabino de Lorenzo alabaron la consistencia social de las palabras del Arzobispo. Mientras que el emérito destacó la aportación de inmuebles a los más pobres, el delegado del Gobierno tildó la homilía de "una de las más grandes" escuchadas en decenas de años, "por su aspecto humano, el amor a esta tierra y ese modo de plasmar nuestro carácter abierto que no entiende de fronteras. Demuestra que es un intelectual", afirmó.
La visita a la Virgen, en la cueva, escenificó el saludo distendido entre las autoridades civiles, religiosas y militares, entre ellas, el coronel jefe de la zona de Asturias, Juan Bautista Martínez-Raposo.
Aunque la comitiva no se animó con demasiado ímpetu a entonar el himno de la Santina, sí lo hizo la Escolanía, con niños de diferentes lugares del mundo, símbolo de esa Covadonga universal, que, como dijo Juan Pablo II y reiteró Sanz "es una de las primeras piedras de la Europa, cuyas raíces cristianas ahondan en su historia y su cultura".
Casualidad o no, hasta el repertorio de la misa, con piezas como "The lord bless you and keep you" ("El señor te bendiga y te guarde", del anglicano inglés John Rutter), retumbó como un canto a la amplitud de miras.
La interesante homilía integra se puede leer aquí en la web del arzobispado
Bonitas fotos del acto, con gaiteros y trajes regionales, se pueden ver aquí
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