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Carta a Cristina Cifuentes

Estimada candidata: Nos conocimos hace unos treinta años en aquellos seminarios que distintos grupos organizaban en la fundación Hans-Seidel en Ojén, bajo el patrocinio de la Unión Social Cristiana de Baviera. Allí asistíamos a debates políticos y conocíamos a algunos profesores y a políticos en potencia. Yo recuerdo a Dalmacio Negro, Rafael Rubio de Urquía, José de la Cuesta Rute o Federico Trillo-Figueroa, entre muchos otros. No era aquel un foro ideológicamente dudoso. Cuando estos días he leído las puntualizaciones de Esperanza Aguirre sobre los orígenes políticos de usted en las Nuevas Generaciones de Alianza Popular y los de ella misma en la Unión Liberal, he añorado, una vez más, a Loyola de Palacio, fundadora de esas Nuevas Generaciones. ¡Qué no le hubiera respondido Loyola a Aguirre! Pero eso nos lleva al sendero –cegado– de la melancolía. Es decir, a ninguna parte.

A mí no me importa de dónde viene uno políticamente –salvo que sea de la práctica o la defensa del terrorismo. Lo que me importa es a dónde quiere ir. Y eso en usted me preocupa mucho. Quizá me equivoque, pero algo me hace pensar que su presencia al frente de la candidatura a presidir la Comunidad de Madrid corresponde a un modelo sociológico de lo que debe ser el PP que lleva la firma de Pedro Arriola. Y ahí usted encaja perfectamente porque encarna todas aquellas ideas con las que Arriola matrimonió.

Perdone la inmodestia si le digo que a mí me parece que usted debería considerarme un votante potencial. Incluso más que eso, que usted debería pensar que sin el voto de electores con ideas como las mías usted no ganará las elecciones. Y es por ello por lo que quiero hacerle dos preguntas.

Si es usted defensora declarada del aborto, ¿por qué piensa que podríamos o deberíamos votarla los que creemos que eso jamás puede ser un derecho? Yo creo que llegará el día en que se vea a nuestra generación como un tiempo de decadencia moral por acabar con seres humanos no nacidos. Por matar. Y yo no voy a apoyar esa decadencia.

Si es usted partidaria de la república como modelo político, ¿por qué debo votarla yo, que creo exactamente en lo contrario? Yo pienso que cada país tiene un modelo político que le es natural. Y tan antinatural sería que los Estados Unidos se convirtiesen en una Monarquía como que España sea una República. Se pueden dar graves crisis que lleven a instaurar modelos políticos de origen extraño, pero lo más sensato es trabajar sobre el modelo existente. Especialmente, en el caso español, en el que tenemos una Monarquía que se remonta en la misma familia hasta el año 789. Y usted cree que eso es peor que la alternativa republicana. Yo, no.

Parece evidente, estimada candidata, que su visión de principios tan básicos como los que atañen al derecho a la vida y al modelo de Estado está en las antípodas de la mía. Y con esos mimbres intenta usted hacer un cesto. Quizá me intente convencer de que esas son materias que rebasan las competencias de un presidente autonómico. Y es cierto que así es. Pero son materias que definen la cosmovisión del candidato. Y todavía hay personas que cuando llega la hora de votar le dan alguna relevancia a que al menos quien encabeza una lista electoral comparta con quien tiene que votarle algún principio básico. Se puede discrepar en lo marginal, pero en lo esencial es muy difícil ignorar las diferencias.

© Abc
 

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