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El jefe de Twitter en Irlanda dice que el matrimonio gay será bueno para la economía: ¿y España qué?

Irlanda es de los poquísimos países que ha preguntado a su pueblo si quiere redifinir el matrimonio (en España, Francia o Inglaterra, por ejemplo, se redefinió sin consultar a la ciudadanía) y la votación tiene lugar el 22 de mayo.

En el debate social han tomado partido por el lobby gay las grandes empresas tecnológicas con sede en el país: Twitter, Google y eBay. 

Twitter no sólo ha usado su plataforma para promover la nueva definición del matrimonio -un cambio constitucional- sino que su responsable en la Isla Verde, Stephen McIntyre, asegura que será bueno para los negocios.

“La reputación internacional de Irlanda como un buen lugar para hacer negocios se verá reforzada por el ‘sí’”, señaló Stephen McIntyre, director de la unidad irlandesa de Twitter, en un artículo en el diario progresista Irish Times un día antes de aparecer con el primer ministro Enda Kenny, promotor del referéndum en un evento tecnológico.

Días más tarde, trabajadores de la Twitter se manifestaron en la calle defendiendo los postulados del lobby gay y la poderosa empresa inició un proceso de recaudar fondos para financiar la redefinición del matrimonio. 

Google, por su parte, realizó y difundió un emotivo vídeo con un trabajador homosexual de la empresa pidiendo cambiar el matrimonio (por supuesto, a los homosexuales que piden no cambiar el matrimonio como una unión complementaria de hombre-mujer -por ejemplo, Keith Mills, que ya presentamos en ReL- no le dedican un vídeo). 

El Iona Institute (www.ionainstitute.ie), una asociación profamilia, ha señalado lo absurdo del argumento pro-gay de Twitter. 

“Votar en contra [del matrimonio gay] no será malo para los negocios ni para nuestra reputación internacional”, afirmó Ben Conroy, portavoz de esta institución.

Recordó, por ejemplo, que en Alemania, “la economía más poderosa de Europa”, el matrimonio sigue siendo la unión entre hombre y mujer y los negocios van bien en el país.

Conroy podría añadir que, por el contrario, España redefinió el matrimonio en 2005 -sin consultar a la población- y poco después cayó en una recesión económica brutal de la que aún no ha salido. 

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