Que vuestras buenas obras den gloria a vuestro Padre del cielo
-«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»
Señor Jesús, que nos mandas ser sal y luz de la tiera, concédenos la sabiduría y luz de tu Espíritu para serlo, pues por nosotros poco podemos iluminar.
A tu Santísima Madre y todos los santos les pedimos que nos sigan regalando toda la luz que recibieron de ti y con su sal, con su testimonio de vida, nos animen a pasar por este mundo con la mirada puesta en ti.
Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío.
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