El Decreto de Nazaret
En 1879 una rara pieza de mármol de 61x38 cms y cubierta de caracteres griegos sobre la pieza, llegó al Cabinet des Médailles de París. Aunque aparentemente no tenía una especial importancia al principio, su texto daba testimonio de la manera en que el cristianismo se había convertido en un mensaje inquietante para el Imperio Romano a poco más de una década de la muerte de Jesús.
LA PLACA
La curiosa placa de mármol, que posteriormente sería conocida como el ‘Decreto de Nazaret’, formaba [arte de la colección de Wilhem Frohner (1834-1925), curador del Museo del Louvre de París. El único dato acerca del origen de la placa del ‘Decreto de Nazaret’ es la nota que figura en el inventario manuscrito del propio Frohner, donde se la calificaba como ‘losa de mármol enviada desde Nazaret en 1878. Se trataba, por lo tanto, de una placa o losa enviada desde Nazaret, la pequeña localidad galilea donde había vivido Jesús.
La primera persona que mostró interés por esta pieza cincuenta años después, fue Mikhail Rostovtzeff (1870-1952), uno de los mayores expertos de entonces en historia romano-griega. A pesar de que el contenido de la placa parecía ser meramente jurídico, a Rostovtzeff no le pasaron por alto las posibles connotaciones religiosas, lo cual se lo indicó al arqueólogo e historiador belga Franz Cumont (1868-1947), quien publicó la traducción del texto de la placa y un comentario en la revista francesa ‘Magazine Historique’ en 1930.
El texto escrito en la losa de mármol es en griego, aunque se supone que también había otras con texto en latín, aunque aún no se ha hallado ninguna. Empieza diciendo: ‘Diátagma Kaísaros’, o sea, ‘Decreto del César’ aunque se la conoce como ‘Decreto de Nazaret’ porque allí fue donde se la descubrió. El texto contiene una disposición del César prohibiendo la profanación de tumbas o el robo de cadáveres con ánimo de engañar. Traducida al idioma español, el texto del DECRETO DE NAZARET dice así:
‘ORDENANZA DEL CÉSAR: Es mi deseo que los sepulcros y las tumbas que han sido erigidos como memorial solemne de antepasados, o hijos o parientes, permanezcan perpetuamente sin ser molestados. Quede de manifiesto que en relación con cualquiera que las haya destruido o que haya sacado de alguna forma los cuerpos que allí estaban enterrados, o que los haya llevado a otro lugar con ánimo de engañar, cometiendo así un crimen contra los enterrados allí, o haya quitado las losas u otras piedras, ordeno que contra tal persona sea ejecutada la misma pena en relación con los solemnes memoriales de los hombres que la establecida por respeto a los dioses. Pues mucho más respeto se ha de dar a los que están enterrados; que nadie les moleste en forma alguna. De otra manera, es mi voluntad que se condene a muerte a tal persona por el crimen de expoliar tumbas’.
LA DATACION
Antes de analizar otros aspectos, es conveniente situar el momento histórico en que se redactó el texto en la placa de mármol y quién era el emperador romano que gobernaba en aquel momento.
En primer lugar, el análisis paleográfico de la escritura de la inscripción dejó de manifiesto que la misma pertenecía a la primera mitad del siglo I d.C., por lo cual tenía que ser un emperador de la primera mitad del siglo primero, lo cual obliga a pensar en Tiberio, Calígula o Claudio.
Tanto Cumont como el profesor inglés Francis de Zulueta (1878-1958) en su artículo de 1932 titulado ‘¿Violación de sepulturas en Palestina en los inicios de la era cristiana?’, sostienen que esta inscripción pertenece al reinado del emperador César Augusto. No obstante, la conclusión final es que este texto efectivamente pertenece a la primera mitad del siglo I d.C. y, puesto que Galilea no estuvo bajo dominio imperial hasta el año 44 d.C., todo apunta a que el texto es debido al emperador Claudio, quien gobernó del 41 d.C. al 54 d.C.
CONCLUSION
Quizás lo más difícil de determinar es la razón por la que se escribió este Decreto, dirigido a la lejana Nazaret y agravando la pena por profanación de cadáveres y sepulturas que ya existía, pues generalmente, bajo la ley romana, la profanación de tumbas era tratada como una materia de tipo civil y que competía a la familia de la persona cuyo cadáver estaba sepultado en la tumba profanada.
La única explicación plausible de semejantes circunstancias, es que el emperador Claudio hubiera podido ya conocer el carácter expansivo del cristianismo. De hecho, el haber investigado mínimamente el tema le habría revelado que la base del empuje de la nueva fe descansaba, en buena medida, en la afirmación de que su fundador, un ajusticiado judío de nombre Jesús de Nazaret, ahora estaba vivo. Tal afirmación, a su vez, descansaba directamente sobre el hecho inexplicado de que su cadáver había desaparecido de la tumba a los tres días de su ejecución.
Dado que la explicación más sencilla para esta circunstancia era que el cuerpo de Jesús había sido robado por sus discípulos para engañar a la gente con el relato de la resurrección de su Maestro, el emperador Claudio habría determinado la imposición de una pena durísima encaminada a evitar la repetición de tal hecho. La orden supuestamente podría haber tomado la forma de un rescripto para resolver una consulta dirigida al Procurador de Judea o al Legado en Siria y posiblemente se habrían distribuido copias de este Decreto, tanto en latín como en griego, en los lugares de Palestina asociados de una manera especial con el movimiento cristiano, especialmente Nazaret, Belén y Jerusalén.
BIBLIOGRAFIA
.- Aproximación actual al Jesús de la historia - Rafael Aguirre
.- El Decreto de Nazaret - Dr. Norman Geisler
.- Tres preguntas clave sobre Jesús - Murray J. Harris
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