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El Ayuntamiento de Madrid afirma que devolverá la placa de mártires que retiró sin aviso ni permiso

Sin aviso ni consentimiento, el Ayuntamiento de Madrid retiró el viernes pasado una placa que recuerda a los ocho beatos carmelitas asesinados en el cementerio de Carabanchel Bajo en el inicio de la Guerra Civil.

[La historia detallada de estos 8 mártires, beatificados en 2013, puede leerse
aquí en ReL]

Una premeditación que, según el Consistorio, apenas cuatro días después, ha resultado ser «un error» que será subsanado en los próximos días.

En cualquier caso, la oquedad ha despertado el enfado de los feligreses de la parroquia de San Sebastián Mártir, que reclaman «sentido común» al tiempo que se preguntan «qué daño» hace este grabado o el recuerdo de los religiosos.

La hipótesis de la confusión fue precisamente la posición del Arzobispado de Madrid al conocer la noticia. En una nota expresó su «preocupación y sorpresa» porque los religiosos tienen «una condición exclusiva de víctimas» y, por tanto, existiría una «inadecuada aplicación» de la Ley de Memoria Histórica.

El Gobierno de Manuela Carmena insistió ayer en haber cumplido en todo momento con la legalidad, ya que los vestigios franquistas eliminados en la capital eran de «titularidad municipal».

Sin embargo, en este caso no solo cabe la confusión por si la ley está bien aplicada o no, sino que su proceder fue supuestamente irregular porque el camposanto y el muro perimetral en el que se ubicaba la placa es propiedad de la parroquia.

Una prueba fehaciente de ello es que, según ha podido saber ABC, la corporación anterior les instó a arreglar esa misma tapia porque son sus responsables. Actualmente, se aprecia que una parte ha sido reparada.

Aceptada la idea de la confusión, llama la atención cómo el Ayuntamiento descolgó el mármol honorífico a los mártires, asesinados el 18 de agosto de 1936. Según fuentes cercanas a la congregación, la placa fue retirada el viernes entre las 11.30 y las 12 del mediodía, y ni la parroquia ni el cementerio recibieron algún tipo de notificación. Como dueños de esta y de la pared, tampoco autorizaron movimiento alguno en ese sentido.

Es cierto que los operarios que trabajaban en el camposanto sí se percataron de la presencia de un vehículo municipal, pero no le dieron más importancia porque pensaban que estarían realizando alguna labor de desbroce o mantenimiento en el exterior.

Hasta que los propios parroquianos, quienes donaron la inscripción años atrás, se dieron cuenta de que ya no estaba junto a la entrada; de la noche a la mañana.

Fueron ellos quienes denunciaron personalmente la situación e informaron al párroco para tomar las medidas oportunas. «No entiendo qué daño hace el recuerdo de unos frailes asesinados que lo único que hacían era dar misa», explicaba ayer por la tarde una de las asistentes.

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