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Bob Dylan, nuevo Premio Nobel de Literatura: un profeta de la música, y quizá también de Jesucristo

Bob Dylan, después de más de 50 años en el mundo de la música, es el nuevo Premio Nobel de Literatura 2016. La Academia sueca asegura que se reconoce así su talento "por haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la tradición de la gran canción americana". 

A sus 75 años, Dylan es tan veterano como influyente y reconocido. En 2007 fue premiado con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes y un año después con el Pulitzer de honor. Este premio le aporta 8 millones de coronas suecas (927.740 dólares) y prestigio más allá de la música. 

¿Profeta de la música o de Cristo?
A menudo se ha considerado a Bob Dylan un "profeta de la música", pero cuando ya con unos 40 años se volvió hacia Jesucristo y habló de Él en conciertos constató que eso no le gustaba a algunos.

Lo cuenta, por ejemplo, el filósofo y católico converso Stephen Bullivant, de la St Mary's University de Twickenham (Reino Unido). Bullivant era un joven ateo que estudiaba las Escrituras medio por casualidad, desde un punto de vista crítico y frío, sin fe... pero hoy dice que la música de Bob Dylan fue lo que abrió su corazón a lo trascendente. 
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Él lo escuchaba en su disco "Saved" de 1980, donde le oía cantar un kerigma, un anuncio de salvación: 

"Me compró por un precio,
me liberó del foso,
lleno de vacío e ira,
y del fuego que arde en él.
Me ha salvado
la Sangre del Cordero"

Y en otro momento proclamaba: "Solo hay un camino... y conduce al Calvario". Este tema del "camino" lo revisitó muchas veces... y llamaría la atención de Juan Pablo II. 

Cuando veía a quienes no le tomaban en serio sus canciones cristianas, Bob Dylan comentaba, como recuerda Bullivant: "Hace años decían que yo era un profeta. Yo le decía, no, no soy profeta. Sí que lo eres, decían. No, yo no, respondía. Solían decir: seguro que eres un profeta. Y me convencían de que lo era. Y ahora salgo y digo que Jesucristo es la respuesta y ellos dicen 'Bob Dylan no es profeta'". 

Tras sufrir la separación de su mujer, con la que tuvo cuatro hijos, un Dylan cuarentón sufre una crisis existencial que le lleva a descubrir el valor de la Cruz y la redención

Fue una época dura para el cantante, pero tremendamente fructífera para su discografía. Así, en 1979, 1980 y 1981, publica tres discos seguidos que son conocidos por sus biógrafos como los ‘discos cristianos’: Slow train coming (El tren que viene despacio),Saved (Salvado) y Shot of love (Impacto de amor).

En ellos se escuchan, mezclados con acordes desgarrados y tensos punteos, letras de canciones tan explícitas como When He returns (Cuando Él regrese): 

Entrega tu corona sobre esta tierra manchada de sangre; quítate la máscara; 
Él ve tus actos; 
Él sabe tus necesidades antes de que tú le pidas; ¿Cuánto tiempo puedes falsear y negar cuál es la Verdad?”
.

Y sigue: 

De cada plan terrenal que el hombre hace para servirse, Él no se preocupa; 
Él tiene planes para instalar Su trono; 
cuando Él regrese”.

1997 fue otro año oscuro para Dylan, que llegó a temer por su vida al ser internado de urgencia por una afección cardiaca. 

Ese mismo año, Juan Pablo II le invitaba a tocar ante 300.000 jóvenes durante la celebración del Congreso Eucarístico de Bolonia. Es el momento que recoge este vídeo en el que se saludan con afecto. 

Pero el viejo Papa polaco era capaz entonces de ver más allá de las apariencias, sirviéndose de la letra más conocida del poeta, justo después de que la cantara, para evangelizar. 

La primera estrofa de Blowin’ in the wind pregunta: “¿Cuántos caminos debe recorrer un hombre antes de convertirse en hombre?”, a lo que Juan Pablo II lanzó su respuesta al viento, para que perdurase en el tiempo tanto como la canción: “¿Cuántos caminos? Hay uno sólo: ¡Cristo es el camino que el hombre tiene que recorrer antes de ser llamado hombre!”.
 
Bob Dylan tiene 71 años, de los que ha dedicado 50 a la música, y 58 discos a sus espaldas, de los que ha vendido más de 90 millones de copias. 

Sus giras musicales han dado varias veces la vuelta al mundo. Es una leyenda viva, atrevida, cansada pero siempre en marcha. Es un peregrino del rock que vive su vida dispuesto a rectificar, pero manteniendo algo inamovible: su fe. 

“Soy alguien que cree -manifestó tras cantar ante el Papa-. Lo vivo así y lo he manifestado en mis canciones. 
Una vez escribí que Dios no es un ‘fetiche’ para las necesidades del hombre, y sigo pensándolo. Sinceramente, no ha cambiado nada, no tengo nada nuevo que añadir. Yo soy creyente”.

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