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San Melar de Lanmeur, príncipe mártir.

San Melar (Mélaire, Méréal, Milour) de Lanmeur, príncipe mártir. 2 de octubre y 6 de mayo (traslación de las reliquias).

Fue el único hijo del rey San Milliau de Bretaña (24 de julio) y la princesa Aurelia. Cuando Melar tenía siete años, el hermano de su padre, Rivod, asesinó a Milliau, quedando como tutor del pequeño príncipe. Durante un tiempo fingió manifestar amor al niño, pero según pasaba el tiempo, fue madurando su plan de quitárselo de en medio para reinar. Cuando Melar era un jovencito piadoso y dulce, Rivod contrató dos sicarios para que asesinasen al chico, pero en último momento le pareció demasiado asesinarle y pensó era mejor dejarle incapacitado para reinar y mandó le cortaran la mano derecha y el pie izquierdo. Rivod fingió no estar al tanto y aparentó indignación por el hecho. Los nobles y el mismo Rivod declararon que Melar quedaba imposibilitado de asumir el reino, siendo un lisiado. El malvado tío le llevó ante el obispo de Quimper, el cual aceptó ser su tutor. El prelado ordenó que unos orfebres hicieran prótesis metálicas y estos le hicieron una mano de bronce y un pie de plata, que sustituyeron los miembros cortados. Melar estudió, aumentando su saber y al mismo tiempo su piedad, al estar en el colegio catedralicio.

Pasaron los años y Melar cada vez era más ágil, y su minusvalía no parecía óbice para el gobierno, porque montaba a caballo, se desplazaba con facilidad y escribía y firmaba con la mano izquierda con soltura. Además, era bueno, justo, amante de la oración y la caridad, y nada impedía que asumiera su papel. Así que Rivod, que reinaba, sintió temor de que le arrebatase el reino y urdió otro plan: Sacó al joven de la tutela del obispo, con el pretexto de prepararle para el trono, y le dio como tutor al malvado Kerialtan. Este, a cambio de vastos terrenos, accedió a asesinar a Melar, poniendo como prenda de su trato a su propio hijo Justan. Pero Rarisia, la mujer de Kerialtan, que conocía el plan, temió de cometer semejante pecado y avisó al príncipe, y lo escondió en un pozo en Bezuit, a un kilómetro al oeste de Lanmeur, avisando al rey Conomor, que prometió protegerle una vez que le sacó de allí. La buena mujer temía por su propio hijo, al que Kerialtan había ofrecido como garantía de que asesinaría a Melar. Kerialtan, temiendo perder la tierra ofrecida, se fue a la tierra de Conomor con Justan, pretendiendo que huía de Rivod, así que esa noche ambos asesinaron a Melar y huyeron con la cabeza del mártir en una bolsa. Al atravesar una zanja, Justan cayó y se rompió el cuello, quedando muerto en el acto. Kerialtan tomó la bolsa, y obsesionado con las tierras, se fue donde Rivody exigió su parte. Subió a la cima más alta para ver lo ganado y en ese momento quedó ciego y atormentado, se precipitó por un barranco y reventó. Por su parte, Rivod lamentó sus acciones y cayó presa de una depresión terrible de la que murió a los pocos días.

El cuerpo de Melar fue enterrado el cementerio de Kerfeuteun, y la leyenda dice que cada día era hallado insepulto, hasta que lo pusieron en una carreta con bueyes (caballos blancos dice otra versión) para que los animales fueran guiados por Dios hasta el lugar elegido para el enterramiento. Los animales se encaminaron a la iglesia de Lanmeur, donde fue sepultado en la cripta, una joya del arte paleocristiano que aún puede venerarse. Sus reliquias se veneraron allí hasta el siglo IX, cuando fueron trasladadas por miedo a los vikingos, llevándose a la abadía de Lèhon, y luego a la Iglesia de parroquial de Meaux, donde aún permanecen, aunque sin la devoción de antaño. Otras reliquias se desperdigaron por toda Francia. Su sepulcro de granito se convirtió en altar y hasta el siglo XVII hay menciones a la veneración que recibía. Hoy no se conoce que fue de él.

Junto a la iglesia de Lanmeur aún existe una fuente que era meta de devotos para hallar curación y marido: las solteras arrojaban alfileres con la ilusión de ser casadas el año siguiente. Además, se le invoca contra la parálisis, las mutilaciones, las heridas de armas blancas, la artritis, el reuma, y las diversas enfermedades de los animales. El pozo donde se escondió en tierra de Conomor aún se venera. Durante siglos, en el agujero metían las madres a sus niños con dificultades para andar o moverse, con esperanza de hallar la curación.

Fuentes:
-"Dix mille saints: dictionnaire hagiographique". A. SIGIER. 1991.
-"France historique et monumentale". ABEL HUGO. 1837.
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A 2 de octubre además se celebra al Beato Berenguer de Peralta, obispo dominico.

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