Me aconseja y me instruye internamente
Si estamos atentos, el Espíritu Santo nos hace escuchar su consejo en lo profundo del corazón, y nos orienta por el camino correcto:
“Recibe el consejo de tu corazón, pues ¿quién te será más fiel que él?... Y después de todo, suplica al señor que dirija tus pasos en la verdad” (Sirácides 37,13.15).
Cada vez que tenemos que tomar alguna decisión, y estamos confundidos, lo mejor es detenerse a pedirle al Espíritu Santo que nos aclare las ideas, que nos ayude a ver mejor, que nos muestre de alguna manera qué es lo que en realidad nos conviene.
Es cierto que debemos informarnos, consultar, reflexionar; pero lo primero debería ser invocarlo a él, creyendo de verdad que es el mejor consejero.
Cuando lo invocamos de verdad, podemos estar atentos a las respuestas que surgen en lo íntimo del corazón, y allí encontraremos luz.
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