Franco y Marisol
Esta misma semana el Ayuntamiento de Santiago ha pedido por escrito a la familia del dictador que entregue dos estatuas medievales de Abraham e Isaac esculpidas en el taller del maestro Mateo para el atrio del Pórtico de la Gloria. Ambas piezas fueron a parar a manos de su excelencia porque el consistorio de la capital gallega, donde estaban expuestas, se lo regaló en 1960 tras expresar el invicto su admiración por las tallas. A cuenta de esta información, publicada por El País, el internauta hiena, que es una especie carroñera, se da un festín en las redes, donde poco más o menos pide para los Franco el desenlace que García Márquez ideó para los Buendía.
El elevado número de comentarios suscitado por esta información contrasta con el único que ha generado otra noticia coetánea acaecida cerca de allí, en Vigo. La del juicio a un par de brasileños que apalearon a un cura, titular de la parroquia de Santa Rita, para robarle 700 euros, un reloj y unas gafas, se ignora si graduadas. De resultas de la paliza, el sacerdote, al que los agresores dijeron, para justificar su paso por la vicaría, que necesitaban confesión, ha quedado en silla de ruedas. Pues bien, sólo un internauta ha expresado su indignación por el hecho, lo que demuestra que en España las noticias de la Iglesia católica que venden son aquellas en las que queda en mal lugar. No me extrañaría que La Sexta haya enviado a Tierra Santa a un reportero para que investigue si la Última Cena quedó sin pagar.
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