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«Lo que pasa en Alemania no se queda en Alemania, la Historia lo enseña»: preguntas incómodas

Lo que ocurre en Alemania no se queda en Alemania. La historia ya nos enseñó eso una vez”, ha avisado el arzobispo de Filadelfia, Charles J. Chaput, comentando en la revista ecuménica conservadora First Things la polémica sobre la propuesta de muchos obispos alemanes de permitir a los cónyuges protestantes alemanes con esposo católico poder tomar la comunión.

 ¿Por qué a ellos –y no a cualquier otro protestante, y en cualquier otro país-  y con qué criterio?

¿Es que esas personas reconocerían todo lo que la Iglesia Católica enseña sobre la comunión, lo cual incluye reconocer que hay que confesarse –el Sacramento de la Reconciliación- y que hay transustanciación, y que sólo el sacerdote –por el Espíritu Santo- puede lograr el milagro de la transustanciación, lo que implica reconocer la enseñanza católica sobre el Orden Sacerdotal? Van ligados 3 sacramentos relacionados (Confesión, Orden Sacerdotal y Eucaristía) que los protestantes no reconocen.

El cardenal Marx, de Múnich, y otros obispos de la rica y peculiar iglesia alemana (conózcala aquí) quieren permitir esa comunión, y hacen campaña en la prensa mundana, y hasta con el apoyo explícito de los políticos locales. Se opone el cardenal de Colonia, Rainer Woelki,  que con otros 6 obispos pidió a Roma que se manifestase. Roma respondió que lo debatiesen los obispos en Alemania y llegasen a un acuerdo a nivel alemán.

No es un tema local: es de doctrina y universal
Pero como señaló Woelki –y Chaput le da la razón- “nosotros [en Alemania] somos parte y parcela de la Iglesia universal, no puede haber un excepcionalismo alemán”.

Chaput recuerda que es normal que haya pluralidad entre obispos, en un mismo país, sobre muchos temas, pero este tema es especial, dice, por dos cosas:

- la controversia tiene un efecto mundial, no local
- el debate es doctrinal, de base, no es un tema de logística o pastoral local

Chaput plantea una serie de preguntas, “hablando, simplemente, como un obispo diocesano entre muchos otros”.

¿A los esposos? ¿O a cualquier protestante?
En primer lugar, un convencimiento: “este es el primer paso en abrir la comunión a todos los protestantes, o a todos los bautizados, ya que el matrimonio, al final, no aporta ninguna razón especial para permitir comulgar a no católicos”.

Después, Chaput explica que la comunión presupone “fe sobrenatural en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, junto con los siete sacramentos reconocidos por la tradición perenne de la Iglesia Católica. Al renegociar ese hecho, la propuesta alemana en efecto adopta una noción de identidad eclesial protestante”.

¿Creerán en la enseñanza católica sobre el sacerdocio?
Concretando más: “¿Necesitará el cónyuge protestante creer en las órdenes sagradas tal como las entiende la Iglesia Católica, que es algo relacionado lógicamente a la creencia en la consagración del pan y el vino como cuerpo y sangre de Cristo? ¿O los obispos alemanes sugieren que el sacramento del orden sacerdotal podría no depender de la sucesión apostólica? En ese caso, estaríamos ante un error mucho más profundo”.

¿Protestantes confesándose según la doctrina católica?
Por otra parte, los católicos no pueden comulgar en estado de pecado grave o pecado mortal. Antes, se confiesan. ¿Los cónyuges protestantes no deberían confesarse –en el sacramento católico de la confesión- antes de comulgar, como hacen todos los católicos en pecado grave?

En resumen, sobre estos cónyuges no católicos que quieren comulgar, “si necesitan creer en la presencia real de Cristo en el sacramento, ¿por qué no deberían compartir la creencia católica sobre el sacramento de la penitencia o el del orden sacerdotal? Y si creen en todas estas cosas, ¿por qué no se les invita a hacerse católicos como forma de entrar en una comunión plena y visible?”

¿Y la "comunión" de los rituales luteranos?
Por otra parte, la doctrina católica no da valor a las ceremonias de “comunión” de las liturgias luteranas, aunque usen pan, vino, ropajes litúrgicos, etc… y pide a los católicos que no participen en esa “comunión”, básicamente para evitar la confusión con la verdadera comunión. ¿Dejaría la Iglesia Católica de pedir a sus fieles que no participen en los ritos de “comunión” luteranos?

“¿Y si no se les impide [a los fieles católicos la “comunión” protestante] no implicaría eso que la postura católica sobre el orden sacerdotal y la consagración eucarística válida es, de hecho, falsa, y si es falsa, entonces que las creencias protestantes son las verdaderas? Si la intercomunión no pretende indicar equivalencia en la Eucaristía católica y protestante, entonces la intercomunión engaña a los fieles. ¿No es eso un caso de manual de ‘causar escándalo’?”

¿No es esconder la realidad?
Por otra parte, ¿qué pensarán los ortodoxos, los cristianos orientales, o simplemente los protestantes que se toman en serio el ecumenismo de esto?

“¿No será esto visto por muchos como una forma educada de engañar o de esconder las enseñanzas duras, en el contexto del debate ecuménico? La unidad no puede construirse sobre un proceso que sistemáticamente oculta la verdad de nuestras diferencias”, avisa Chaput.

Por otra parte, “recibir la comunión” y “estar en comunión” son cosas relacionadas: dar la comunión a quien no está en comunión sería un error.

Apreciar a los protestantes implica ser sinceros
Chaput, que escribe desde EEUU (en Philadelphia son bautizados católicos un 35% de la población) expresa después su aprecio a los protestantes, pero pide diálogo sincero.

“Muchas cosas nos unen con los cristianos protestantes. La era de las polémicas agrias acabó, y entre las bendiciones en mi vida está la presencia y el ejemplo de amigos protestantes de gran carácter cristiano, de erudición y dedicación al Evangelio. Pero es también cierto que hay cosas importantes que aún nos dividen, y los temas que nos dividen no son solo artificios verbales de una era pasada”.
 
Chaput añade: “Nuestra separación es una herida en la unidad de los cristianos, y no es querida por Dios, pero es una realidad que tenemos que admitir. Insertar una falsedad en el momento más solemne, en el que nos encontramos con Jesús en la Eucaristia, es decir con nuestras acciones: ‘estoy en comunión con esta comunidad’, cuando queda demostrado que no se está en comunión con esa comunidad; es una mentira, y por lo tanto una grave ofensa a Dios”.

Por eso, Chaput señala que “lo que pasa en Alemania no se queda en Alemania; la historia ya nos enseñó esa lección una vez”.

Lo que enseña San Juan Pablo II
El arzobispo de Filadelfia finaliza su exposición recuperando un párrafo de  San Juan Pablo II de 2003, de su encíclica “Ecclesia de Eucharistia”:

“La celebración de la Eucaristía, no obstante, no puede ser el punto de partida de la comunión, que la presupone previamente, para consolidarla y llevarla a perfección. El Sacramento expresa este vínculo de comunión, sea en la dimensión invisible que, en Cristo y por la acción del Espíritu Santo, nos une al Padre y entre nosotros, sea en la dimensión visible, que implica la comunión en la doctrina de los Apóstoles, en los Sacramentos y en el orden jerárquico. La íntima relación entre los elementos invisibles y visibles de la comunión eclesial, es constitutiva de la Iglesia como sacramento de salvación. Sólo en este contexto tiene lugar la celebración legítima de la Eucaristía y la verdadera participación en la misma. Por tanto, resulta una exigencia intrínseca a la Eucaristía que se celebre en la comunión y, concretamente, en la integridad de todos sus vínculos”.
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