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De la comunidad judía de Argentina


 
            Aunque no sea un  hecho muy conocido, Argentina en general y Buenos Aires en particular constituyen una de las grandes comunidades de judíos del mundo fuera de Israel, según se dice la sexta, constituída actualmente de unas 187.000 personas que en su momento de máximo esplendor alcanzaron los 320.000. En términos porcentuales la comunidad judeo argentina ha registrado una importante caída, producto sin duda y sobre todo, de la creación del estado de Israel al que han emigrado muchos de sus componentes, pasando de casi un 2% de la entera población argentina en los años 50, al escaso 0,5% que constituye hoy día.
 
            Se puede hablar de cinco grandes oleadas de judíos a la Argentina. La primera está relacionada con las primeras poblaciones del territorio realizadas desde España, y remonta a los siglos XVI y XVII, momento en que llegarían al que luego sería el Virreinato de la Plata diversos grupos judíos más o menos judaizantes, más o menos cristianizados, que finalmente, terminarán plenamente asimilados a los primeros pobladores cristianos europeos.
 
            La segunda oleada tiene lugar a mediados del s. XIX, y está compuesta de una serie de judíos bien instalados en general, empresarios, representantes de grandes compañías, provenientes de muchos lugares del mundo que, como los anteriores, acaban asimilándose a las comunidades pioneras europeas y cristianas que terminan constituyendo la aristocracia de la región.
 
            La tercera oleada está relacionada con los pogromos realizados en la Rusia zarista desde 1880, que produjo la emigración de un grupo muy importante de judíos rumanos y de otros países europeos a tierras tanto de Norteamérica como de Sudamérica. Esta tercera oleada de judíos en Argentina está estrechamente relacionada, además, con el experimento de las colonias agrícolas del Barón Maurice de Hirsch, réplica americana del experimento realizado en Israel por el Barón de Rothschild. El experimento de Hirsch atraerá hasta 40.000 judíos a la Argentina, y tendrá como resultado algunas fundaciones importantes como las de Moiseville o Aronville.
 
            A partir de 1930 se produce una cuarta oleada de judíos a la Argentina, procedente esta vez de Europa en general y de Alemania en particular, relacionada como es fácil de deducir, con las leyes antisemitas del III Reich.
 
            Y la quinta oleada, la más moderna, tiene lugar durante los años 40 y 50, judíos provenientes de varios países del Medio Oriente, sobre todo Siria y Líbano, países de los que también vinieron personas que profesaban el cristianismo y hasta el islam.
 
            La comunidad judía, incluída la de las colonias agrícolas de Hirsch, ha tendido a la concentración en torno a los grandes núcleos urbanos argentinos, notablemente Córdoba, Santa Fe, y por supuesto, Buenos Aires, hasta un 90% de la entera comunidad. En la Capital Federal es proverbial la presencia de judíos en el barrio de Once, barrio comercial donde los haya, en el que constituye un interesante espectáculo adentrarse un día de sabat, donde en una acera, en la opuesta y en la contigua, se cruza uno con devotos judíos ataviados de negro y con los tradicionales tirabuzones con los que uno se los imagina.
 
            En cuanto a la composición étnica, por así decir, de la comunidad judeo-argentina, y contrariamente a lo que se podría pensar, es mayoritariamente asquenazi, es decir de procedencia centroeuropea, hasta un 85% de sus efectivos, frente a un escaso 15% de sefardíes, de procedencia hispana (pinche aquí para conocer un poco mejor a ambas comunidades, asquenazíes y sefardíes). Unos y otros son, sin embargo, los responsables de que una de las lenguas más habladas de Israel, aunque ciertamente minoritaria, sea el español (pinche aquí para conocer el Informe 2014 del Instituto Cervantes sobre el estado del español, del que extraigo el dato).
 
            Y bien amigos, sin más por hoy, me despido de Vds. deseándoles como siempre que hagan mucho bien y que no reciban menos. Nos vemos mañana, o al menos, así lo espero.
 
 
            Para la realización de esta artículo me he valido de la información que provee Steve Israel en el suyo “A history of the Jewish Community in Argentina”.
 
 
            ©L.A.
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