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El Papa critica a quien espiritualmente vive «de la carta que la Virgen mandará a las 4 de la tarde»

En su misa matinal en residencia Santa Marta este martes, el Papa ha pedido a los fieles que se dejen guiar en su vida cristiana por el Espíritu Santo, manteniendo una sana identidad cristiana.

¿Cuál es la identidad cristiana? Papa Francisco ha desarrollado su homilía partiendo de las palabras de San Pablo a los Corintios donde habla de la identidad de los discípulos de Jesús. Es verdad, ha dicho, que “para llegar a esta identidad cristiana” Dios “nos hace recorrer un largo camino de historia” hasta que envía a su hijo.

“También nosotros, añadió, debemos hacer, en nuestra vida, un largo camino, para que esta identidad cristiana sea fuerte”, y así “dé testimonio”. “Es un camino, continúa, que podemos definir de la ambigüedad a la verdadera identidad”.

Es verdad, “está el pecado y el pecado nos hace caer, pero nosotros tenemos la fuerza del Señor para levantarnos y seguir con nuestra identidad. Pero diría que el pecado también forma parte de nuestra identidad: somos pecadores, pero pecadores con la fe en Jesucristo. Y no es solo una fe de conocimiento, no. Es una fe que es un don de Dios y que nos llega de Dios. Es Dios mismo el que nos confirma en Cristo. Y nos ha conferido la unción, nos ha impreso su sello, nos ha dado las arras, la prenda del Espíritu en nuestros corazones. Es Dios quien nos da este don de la identidad”.

Fundamentalmente, añadió, “es ser fieles a esta identidad cristiana y dejar que el Espíritu Santo, que es la garantía, la prenda en nuestro corazón , nos lleve adelante en la vida”. No somos personas que seguimos una filosofía, advirtió, “estamos ungidos” y tenemos “la garantía del Espíritu”.

La identidad cristiana, dijo, es concreta, no una religión light

Es una “identidad bella, dijo de nuevo, que se deja ver en el testimonio. Por esto Jesús nos habla del testimonio como el lenguaje de nuestra identidad cristiana”. Y esto aunque la identidad cristiana, ya que “somos pecadores, es tentada, las tentaciones vienen siempre” y “la identidad puede debilitarse y perderse”. El Papa alerta sobre dos caminos peligrosos.

Un camino malo: fe etérea de gnóstico moderno
“Primero esta el pasar del testimonio a las ideas, aguar el testimonio. ‘Eh, sí, soy cristiano. El cristianismo es esto, una bella idea. Yo rezo a Dios’. Y así, del Cristo concreto, porque la identidad cristiana es concreta -(lo leemos en las Bienaventuranzas; esta concreción está también en Mateo 25: la identidad cristiana es concreta)- pasamos a esta religión light, aérea y que va por el camino de los gnósticos. Detrás está el escándalo. Esta identidad cristiana es escandalosa. Y la tentación es: ‘No, no, sin escándalos’”.

“La cruz, dijo, es un escándalo”, y por tanto, hay quien busca a Dios “con esta espiritualidad cristiana un poco etérea”, “los gnósticos modernos”.

Después, advirtió, están “los que siempre necesitan la novedad en la identidad cristiana” y “han olvidado que fueron elegidos, ungidos”, que “tienen la garantía del Espíritu” y buscan: ‘Dónde están los videntes que nos cuentan hoy la carta que la Virgen mandará a las 4 de la tarde?’¿Por ejemplo, no? Y viven de esto. Esto no es identidad cristiana. La última palabra de Dios se llama Jesús y nada más”.

Otro peligro: la mundanidad, dejar entrar ´de todo´
Otro camino para ir hacia atrás en la identidad cristiana es la mundanidad: “Ampliar la conciencia para que entre de todo”. ‘Sí, nosotros somos cristianos, eso sí…’ No solo moralmente, sino humanamente también. La mundanidad es humana. Y así la sal pierde sabor.

Vemos comunidades cristianas, también cristianas, que se dicen cristianas, pero que no pueden o no saben dar testimonio de Jesucristo. Y así la identidad retrocede, retrocede y se pierde y este nominalismo mundano que todos nosotros vemos todos los días. En la historia de la salvación Dios, con su paciencia de Padre, nos ha llevado de la ambigüedad a la certeza, a la concreción de la encarnación y la muerte redentora de su Hijo. Esta es nuestra identidad”.

San Pablo, añadió, se vanagloria de Jesús “hecho hombre y muerto por obediencia”, esta es la identidad y de allí el testimonio”. Es una gracia, concluyó, que debemos abrir al Señor: que nos dé siempre este regalo, este don de una identidad que no intenta adaptarse a las cosas”, hasta “perder el sabor de la sal”.

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