Los bolivianos se emocionan con Francisco y también expresan sus demandas sociales: salud y libertad
Para alentar a los fieles que durmieron directamente en la calle en una noche fresca a la espera de la celebración, en las pantallas gigantes se transmitieron videos con mensajes del Papa, mientras un grupo entonaba una pegadiza melodía que dice: "Francisco de los pobres, gracias por llegar a mi país".
Damiana Valdez, de 75 años, impresiona por su fragilidad y delgadez, pero durante horas estuvo firmemente aferrada a la valla en la primera línea con el sueño, finalmente cumplido, de ver pasar a pocos metros de ella a Francisco en el papamóvil. "Es lo mismo que si estuviera viendo a Jesucristo", relató emocionada a LA NACION. Luego mostró sus manos llenas de arrugas. "Mire mis manos curtidas. Yo sigo trabajando en el campo, cultivo claveles. Y en el Papa veo también a uno como nosotros. Es un hombre de pueblo", dijo.
El entusiasmo por el estilo sencillo de Francisco fue la idea más repetida entre los asistentes que, celular en mano, buscaron tener alguna imagen del hombre vestido de blanco que la gran mayoría sólo vio allá lejos pequeñito arriba de un altar.
Para los que no querían quedarse con las ganas, la foto junto a un Francisco de cartón de tamaño natural costaba alrededor de 1,30 dólares.
Pero en verdad las consignas religiosas de la celebración rivalizaban con los reclamos políticos en una ciudad como Santa Cruz de la Sierra, conocida por su gran activismo.
"Amnistía para los presos y perseguidos políticos", decía un pequeño cartel amarillo de 20 por 20 centímetros que circulaba entre los asistentes.
Miriam Martínez, gerenta administrativa de una empresa local, es amiga desde la niñez de Zvonko Matkovic, de 31 años, que cumple condena en la cárcel de Palmasola por un supuesto intento de golpe de Estado contra Evo Morales en 2009.
"Yo conozco a Zvonko desde su niñez y no tuvo nada que ver con esto. Por eso le pedimos al Papa que interceda por su libertad", dijo.
La segunda consigna política que inundó la celebración fue una manito de tamaño natural que decía "10%". Ése es el porcentaje del presupuesto que la Iglesia reclama que se dedique a la salud pública.
Al final de la misa, mezclado entre la multitud, el principal impulsor de esta campaña, el padre Mateo Bautista, era asediado por los fieles que se acercaban a darle su apoyo.
"Aquí estoy, oliendo a oveja como nos pidió el papa Francisco", dijo el sacerdote a LA NACION.
"En Bolivia tenemos índices muy preocupantes sobre el estado de la salud. Por eso rechazamos que sólo se invierta en salud el 3,2%", explicó y mostró la consigna "10%" escrita con birome en la palma de su mano. "Es lamentable que a un gobierno socialista, como se dice éste, sea el pueblo el que tenga que pedirle más dinero para la salud. Esperamos que esta visita del Papa ayude a las autoridades a tomar conciencia", afirmó.
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