Las novedades del Papa Francisco

 Después de la triste y perturbadora noticia de la “renuncia” –en la fecha en que la Iglesia conmemoraba la memoria de la Virgen de Lourdes–del amado papa Benedicto XVI, fuimos sorprendidos por la elección delcardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, como nuevo sucesor de Pedro para toda la cristiandad de la Iglesia católica. Este hecho, sin duda alguna, representaba un hito en la Iglesia por ser: el primer papa latinoamericano (argentino), el primer papa jesuita de la comunidad eclesial y, el primer papa que adoptaba el nombre “simbólico” y “arquetípico” del pobre y pequeño santo de Asís de la historia.

Nuestra generación a partir de ese momento empezaba a convivir con esta realidad que hacía siglos no se veía en la Iglesia. Fue un proceso lento en muchos cristianos digerir la renuncia del papa Ratzinger, sobre todo, porque fue un pontificado martirizado injustamente por los medios de comunicación y en el último año, por la filtración de documentos e informaciones privadas del despacho del papa alemán. No dejábamos de pensar que, a pesar de los motivos personales relacionadas a la edad y al peso que representaba esa misión –como bien lo explico en la fórmula de la renuncia–, lo habían herido y que tanta intriga y persecución tal vez le habían forzado a adelantar esa decisión.
 

Desde el primer momento el papa argentino llamó la atención con la novedad de la alocución espontanea en el balcón de la basílica de San Pedro. Francisco pedía la bendición de toda la multitud que le observaba en la inmensa plaza principal del Vaticano.
 

Hay gestos, actitudes e iniciativas interesantes y oportunas de mucha resonancia que el papa Francisco ha tomado y realizado en su nueva misión, que vale la pena mencionar con un breve comentario en estas humildes consideraciones:
 

1.La alusión, respeto y referencia al papa emérito –desde el inicio y a lo largo de sus actividades–, ya que le precedió de forma luminosa y fecunda en el ministerio como obispo de Roma. De hecho, el primer documento magisterial del papa Francisco, la encíclica Lumen Fidei fue programada para encerrar la trilogía sobre las virtudes que el papa Benedicto había publicado previamente, pero que no pudo concluir en virtud de la renuncia a la sede de Pedro. Esta noble y bella deferencia por los manuscritos del papa-teólogo que quiso hacer suyos el papa Francisco, será siempre recordado y alabado por los amantes del papa alemán.

2. El hecho de querer vivir en la casa Santa Marta y convivir con una parte de la gente (padres y obispos) que trabaja en la curia. Esta decisión como el propio papa lo explicó obedece a una cuestión psicológica, ya que él necesita estar entre la gente y convivir con sus colaboradores. De esta forma, escucha y conversa de forma coloquial y siente de alguna forma la respiración de un sector de la estructura de la curia romana que le sirve para gobernar la Iglesia como obispo de Roma.

3. La institución del Consejo de Cardenales, el ahora llamado C9, con el que está  estudiando con frecuencia y realizando algunas iniciativas pastorales y jurídicas para el bien de la Iglesia. El colegio cardenalicio está compuesto por más de 200 miembros, por eso un grupo menor y heterogéneo ayudaría de forma eficaz como cuerpo consultivo inmediato en el servicio de una realidad tan grande, compleja, diversificada como es la Iglesia católica.

4. El estudio de la reforma de la curia romana y la simplificación necesaria de toda esa estructura para el servicio de la Iglesia en el gobierno de la sede apostólica en el Vaticano. Muchos títulos y muchos cargos en los llamados dicasterios (áreas de actuación pastoral de la estructura de la curia romana) que podrían eliminarse, fusionarse y simplificarse. El propósito de este cometido esque toda esa estructura pueda servir mejor en la relación de los obispos todo el mundo en comunión con el papa, y también para que la comunidad cristiana pueda vivir de forma plena la fe en un mundo cada vez más secularizado, hostil y globalizado.

5. Cambiar poco a poco con el “ambiente de corte” que prevalecía en el Vaticano como resquicio de una larga historia palaciana que genera intereses, intrigas y padrinazgo.

6. La inclusión de más miembros de la “periferia de la Iglesia” en el Colegio Cardenalicio, países remotos y lugares de nuestro planeta con minorías católicas que nunca se vieron representadas en este importante colegio que ayuda al papa en el gobierno de la Iglesia. Aunque ha dejadociertas reservas la exclusión de algunos nombres de obispos para esta misión-dignidad y sus sedes tradicionales. Parece que han sido olvidados determinadas y grandes figuras eclesiales.

7. La celebración de la Misa diaria y la posibilidad de que los fieles puedan participar en la capilla de la casa Santa Marta. El papa es antes de nada un pastor por ser obispo de Roma, y a pesar de sus inúmeras funciones y responsabilidades esta misión del munussantificandi (servir a través del acto celebrativo) le aproxima de la gente y nos permite acceder a su ministerio homilético, por tanto otra forma de conocer su magisterio petrino.

8. El interés por Asia y Áfricaen sus viajes pastorales. Dos áreas geográficas gigantescastodavía jóvenes de vida cristiana que representan mucho para la misión y el desafío de la nueva evangelización en la Iglesia.

9. La institución y actuación de organismos (de lo que Benedicto XVI es propulsor) que van a acelerar la transparencia y actuación disciplinar en problemas que ha tenido la Iglesia, por ejemplo,en las lamentables y fatídicas situaciones del abuso sexual de menores por parte del clero. Valdría recordar también –esto merece otro apartado– lo que se ha hecho público recientemente por parte del Vaticano, sobre la simplificación de los procesos de nulidad matrimonial en los tribunales eclesiales.
 

Lo importante es que la Iglesia, cuerpo de Cristo,continua con su misión en medio de los hombres para que resplandezca la luz de Dios y haga presente la dignidad y vocación trascendente de la humanidad. En este sentido es muy importante la figura del sucesor de Pedro, hoy a través de Francisco, que sirve a toda la Iglesia presidida en la caridad en Roma.

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