Misa de difuntos en Notre-Dame: Pray For Paris en la Francia laicista y orgullo republicano
Data de 1681 y es la única que sobrevivió a la revolución francesa. Sus 13 toneladas se balancean junto a ‘Marie’, otra de las diez campanas de las torres de la catedral. Sus tonos suelen escucharse en Navidad o Pascua y ante eventos extraordinarios. La solemnidad sucede al silencio del día anterior, cuando ninguna campana se movió en Notre-Dame, tampoco las que tocan cada noche. Ahora, a la vez, le siguen las de iglesias por todo París.
Caben 1.500 personas en la catedral y esta noche cuesta ver un hueco en las sillitas de madera muy pegadas. Aireando el incienso, desfilan representantes cristianos de toda la ciudad, con las cruces y los cirios en alto. En cuanto para el órgano y los cantos dentro de la iglesia se oyen las sirenas de la calle. Su pitido acompaña toda la ceremonia de homenaje a las 132 personas asesinadas el viernes.
Es el primer gran acto público desde los atentados. Y cuando el arzobispo de París, el cardenal André Vingt-Trois, se sube al púlpito su primer mensaje es laico. “Reafirmamos nuestro apego de los valores de la República”, proclama.
En su homilía, también habla del valor de la dignidad humana y de la tolerancia. “Frente a la barbarie ciega cualquier fisura en la raíz de nuestras convicciones sería una victoria para nuestros agresores. No podemos responder a la salvajada bárbara más que con un aumento de la confianza en nuestros semejantes y su dignidad. La grandeza de Dios no se muestra decapitando, sino esforzándose por respetar al ser humano con todas sus debilidades”, dice el arzobispo.
Las iglesias, espacio de refugio y consuelo
La catedral, Nuestra Señora de París, cerró el sábado sus puertas por orden de las autoridades, temerosas de cualquier concentración de personas que pueda ser objetivo terrorista. Las visitas a las torres para ver de cerca sus gárgolas y los conciertos siguen suspendidos, pero las misas han vuelto este domingo, como en otras iglesias de París.
En un país beligerantemente laico, el lema de estos días, repetido en papeles escritos a mano junto a los lugares de la masacre, en Twitter o en un gran grafiti de la plaza de la República, es “Pray for Paris” (“reza por París”). Los espacios públicos de refugio son las iglesias.
La de St Denys-du-Saint-Sacrement, en el barrio judío de Le Marais, tiene un cartel de “alerta atentado” pegado en la puerta. Hay cola para dejar mensajes de condolencias en el libro que recoge las plegarias del barrio.
Por la mañana, cientos de personas, la mayoría turistas, hacen cola al sol para entrar a Notre-Dame. Un guía español hace bromas sobre su título universitario y una japonesa conduce a un grupo con un paraguas en alto para que no la pierdan de vista. Como si fuera un día más. Al atardecer, la fila es mucho más larga para entrar al servicio en recuerdo de los asesinados. Se registran bolsos y bolsas después de una fila de una hora heladora. Militares vestidos de camuflaje y armados con fusiles de asalto rodean la catedral.
El cardenal Vingt-Trois habla con contundencia ante los feligreses y las autoridades de la ciudad. Las columnas a un lado del altar están iluminadas de azul, blanco y rojo, justo donde está la figura de la virgen.
En el púlpito, su mensaje es sobre todo de esperanza, pero el arzobispo tiene opiniones políticas. Comenta con los reporteros que los países occidentales nunca podrán hacer nada contra los extremistas islámicos de Irak y Siria mientras “los países musulmanes no se unan y ayuden” y que los musulmanes tienen que decidir “colectivamente” cómo quieren utilizar su religión.
¿Qué Islam quieren los musulmanes?
“Les corresponde decidir de qué Islam quieren ser. ¿Quieren ser de un Islam que defiende decapitar a los hombres o quieren ser de un Islam que se pone al servicio de la humanidad?”, dice el cardenal.
Algunas de las lecturas de este domingo llegan con facilidad a la audiencia. Toca un pasaje del ‘Libro de Daniel’ del Antiguo Testamento: “Serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora… Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida perpetua, otros para ignominia perpetua”. Las sirenas siguen sonando.
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