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Llegó a pastor protestante, pero estudiar a los Padres de la Iglesia le encaminó a la fe católica

Salvador Melara nació en El Salvador hace 48 años, y su vida ha sido una constante búsqueda de Dios. De pequeño, como tantos niños, “jugaba a ser era sacerdote y a celebrar Misa”, y cuando llegó a la adolescencia sintió que Dios le llamaba al sacerdocio. Sin embargo su madre “lejos de apoyarme, me dijo que estaba loco, que pronto iba a conocer alguna muchacha bonita y me iba a enamorar, y que si me hacía cura no iba a poder porque ellos ‘no se casan".

Pareció que la cosa quedaba resuelta, pero en 1983 sucedió algo que cambiaría su vida radicalmente: un compañero de escuela lo invitó a un grupo protestante llamado las Asambleas de Dios. Le costó empezar, pero acabaron gustándole las alabanzas y la predicación, hasta que finalmente abandonó la Iglesia Católica. Una vez en la universidad, tras su primer año de medicina y tras una convención misionera, decidió dedicarse a la vida religiosa, ahora sí y en este grupo evangélico. A partir de ese momento ya no habría otra asunto en su vida que sus estudios de Licenciatura en Teología en la Universidad de su denominación.

Con sus estudios acabados en 1992, Salvador se marchó como misionero a Belize, en donde fundó tres congregaciones de las Asambleas de Dios y fue pastor asociado en dos congregaciones más de la misma denominación. Su alto nivel intelectual le permitió, incluso, llegar a ser catedrático de Teología en dos Universidades.

Jesucristo le esperaba en los estudios
En una estas universidades tuvo que encargarse de impartir una materia titulada "Historia del pensamiento cristiano", lo que conllevaba explicar a sus alumnos la doctrina de los Padres de la Iglesia, es decir, aquellos primeros eclesiásticos filósofos y teólogos del cristianismo primitivo sobre los que se asienta la ortodoxia doctrinal de la Iglesia Católica. Fue en ese momento cuando, en palabras del propio Salvador Melara, “me percaté que los padres de la Iglesia habían sido Católicos".

Su reflexión no se quedó ahí. Él mismo lo explica en las siguientes cinco conclusiones:

1. Jesús dijo que el mundo nos iba a reconocer por ser "perfectos" en unidad, pero hay miles de iglesias evangélicas y todas son productos de divisiones de otras iglesias.
 
2. Mi denominación fue producto de una subdivisión por una supuesta visita del Espíritu Santo.
 
3. Me enseñaron a odiar a la Iglesia Católica y me dijeron que era la "Gran Ramera", y "guarida de demonios", pero cuando comencé a conocerla me encontré con expresiones como "Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo"... En la Hora Santa se dice: "Bendito sea Dios, Bendito sea su Santo Nombre, Bendita sea la preciosa sangre de Jesucristo, etc.". En el rito de comunión se dice: "Líbranos Señor de todos los males y concédenos la paz en nuestros días para que ayudados por tu misericordia vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación mientras esperamos la gloriosa venida de Nuestro Señor Jesucristo... Tuyo es el Reino, tuyo el Poder y la Gloria por siempre Señor… Un demonio jamás puede decir eso.
 
4. Me dijeron que los católicos le han añadido libros a la Biblia y descubrí que en el siglo XIX, Sociedades Bíblicas quitó los libros deuterocanónicos de la versión Reina Valera (la llamada Biblia evangélica) por presiones económicas de las iglesias protestantes dominantes en esa época, porque si no los quitaba dichas iglesias no seguirían aportando el subsidio económico que recibía.
 
5. Pero el mayor conflicto, según me dijeron, fue que la Eucaristía era un invento de los católicos, que el pedacito de galleta y el refresquito de uva que tomábamos en la santa cena "representaban" el Cuerpo y la Sangre de Cristo, pero en los Evangelios y en 1 Corintios cap. 11, Jesús dice claramente "Esto es Mi Cuerpo".
 
La verdad, las dificultades y Dios
Los estudios le estaban haciendo ver que todo lo que había predicado no era como él creía. Pero no era una decisión fácil ser coherente con la verdad. Esto implicaba también a su mujer y a sus hijos. Salvador se armó de valor y le comunicó estos descubrimientos a su mujer: “Yo pensé que iba a haber una reacción negativa por parte de ella pero no. Mi esposa –explica Salvador con emoción- ya estaba luchando contra esto desde hacía algún tiempo, pero no podía decírmelo porque yo era pastor, y cuando supo que yo también estaba luchando, juntos buscamos la forma de volver a la Iglesia”.

Esta decisión no estaba exenta de problemas. Él y su familia vivían del sostenimiento que tenía por ser pastor evangélico y profesor de teología, pero ahora todo esto se acababa. No obstante fueron coherentes: era el año 2004, y Salvador y su mujer Marisol renunciaron a las Asambleas de Dios para entrar en la comunión total de la única y verdadera Iglesia fundada por Cristo Jesús, la Santa Iglesia Católica: “Fuimos recibidos nuevamente después de cumplir algunos requisitos como bautizar a nuestros hijos, David y María, y tomar el sacramento del matrimonio”.

Las estrecheces llamaron a su puerta, pero Dios no se olvidó de ellos: “Él nos sustentó, nos proveyó trabajo a ambos, y ahora con su ayuda comparto mi testimonio para ayudar a los que están dentro de la Iglesia pero que su fe es muy débil para que se afirmen en la verdadera fe, la fe católica”.
 

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