Autores de la muerte
Agencias
El misterio en torno a la tortura y muerte de Adolfo Enríquez, el párroco de Vilanova dos Infantes (Celanova, Orense) que custodiaba la venerada figura de la Virgen del Cristal, empieza a despejarse.
La muerte del religioso y la desaparición de la imagen de culto, una de las más pequeñas del mundo (de menos de cuatro centímetros) solo por detrás de otra que se conserva en Bolivia, se produjeron el 10 de marzo de 2015.
Con la detención de dos maleantes croatas, tío y sobrino de 42 y 23 años, la Guardia Civil pone casi broche a miles de horas de agotadora investigación.
Agredido y golpeado en un aquelarre que los agentes califican de 'tortura', Adolfo Enríquez Méndez tenía 77 años el día de su muerte.
Apareció su cadáver en un pajar de la casa rectoral.
Los ladrones revolvieron todas las dependencias en busca de algo, pero lo único que los agentes pudieron comprobar que faltaba era la diminuta virgen, una policromía de dos caras introducida en torno a 1.600 dentro de una bola de cristal fundido que sirve de lupa de aumento y permite apreciar los minúsculos detalles.
La imagen permanecía en este pueblo medieval desde hace más de 400 años. Hoy sigue siendo una incógnita cómo se pudo elaborar esa imagen con las técnicas de su época. De la casa, los delincuentes no se llevaron nada más, ni tan siquiera cálices de plata y otros objetos de culto que podrían haber vendido algo más fácilmente que la santa.
Solo el sacerdote muerto, una monja de Celanova y el actual cura del pueblo sabían el lugar secreto en el que don Adolfo custodiaba con celo la virgen cuando no se exponía en el Santuario do Cristal o salía en procesión.
Si no estaba en ese armario con doble fondo, la virgen siempre viajaba en el bolsillo del párroco que fue asaltado.
No ha aparecido todavía.
LA CAPTURA
Los dos croatas fueron apresados durante la noche del jueves, aunque la operación no trascendió hasta última hora de este viernes 15 de enero de 2016.
Los arresyados fueron recluidos en calabozos de Xinzo de Limia y Ourense, con el fin de separarlos y evitar que pudieran comunicarse para tejer versiones aproximadas sobre los detalles de la actuación que ahora tratan de cerrar los investigadores.
Las sospechas se centraron desde el primer momento en las personas que acudían con frecuencia a la rectoral para pedir ayuda económica al cura. Don Adolfo, como todos sus feligreses lo llamaban, era un hombre generoso.
Lo daba todo, dinero incluido, a cuantos se acercaban. Siempre tenía algo y ello hizo creer a alguno de sus visitantes que disponía de más efectivo del que realmente tenía.
Que entre los mendigos acudieran delincuentes, incluso bandas completas de extranjeros dedicadas a los robos, se valoró desde el primer momento. A los dos detenidos se les situó en la zona en distintos momentos, incluso en las fechas en las que se produjo la muerte violenta del cura. Los dos detenidos, uno de ellos residente en Orense y el otro fuera de la provincia, se han negado a declarar.
Pasarán a disposición judicial el domingo, cuando se cumplan el máximo legal de 72 horas.
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