El enigma ruso
Pero, acaso sin pretenderlo, el ateo, masón y escritor ful Winston Churchill tenía algo de razón cuando soltó aquella charada inepta. Rusia, en efecto, guarda en su alma un enigma precioso que los corifeos del anticomunismo han tratado de oscurecer a toda costa, logrando incluso que los católicos zombis (a la postre más atentos a la propaganda anticomunista yanqui que a los mensajes de la Cueva de Iria) se tragaran sus intoxicaciones. Pruebas de que Rusia guarda un enigma precioso en su alma es que todos las gentes infectadas de odio teológico, lo mismo progres que liberales, la denostan con efusión de espumarajos; prueba de que Rusia guarda un enigma precioso en su alma es que todos los chiringuitos del mundialismo tratan de desprestigiarla del modo más burdo ante las masas cretinizadas (muy recientemente, por ejemplo, la hedionda Amnistía Internacional); prueba de que Rusia guarda un enigma precioso en su alma es que el enemigo histórico por antonomasia de la Cristiandad, el pérfido turco, no puede disimular su rabia y su encono contra ella; prueba de que Rusia guarda un enigma precioso en su alma es que ha logrado que muchas gentes, hasta ahora apuntadas al conservadurismo panoli y al catolicismo zombi, estén empezando a abrir sus ojos legañosos de anticomunismo con la intervención de Rusia en Siria.
Y es que la intervención de Rusia en Siria nos ha enseñado muchas cosas. Nos ha enseñado, por ejemplo, que la “alianza internacional” contra el Estado Islámico era un cuento chino; nos ha enseñado que las alimañas del Estado Islámico han sido armadas y sufragadas por el mundialismo; nos ha enseñado que Turquía es un Estado criminal que comercia con un petróleo amasado de sangre y sirve de refugio a los terroristas; y muchas más cosas que no me caben en el artículo. En alguno de sus discursos, Putin afirmó que una gran potencia no debe serlo sólo desde un punto de vista político o militar, sino también moral y espiritual. Ojalá Rusia sea fiel a este desiderátum y logre alumbrar al mundo el enigma que custodia en su alma; pues, si se conforma con la línea de “pragmatismo” que ciertos sectores de enemigos infiltrados tratan de inspirar en Putin, Rusia terminará siendo una colonia más del mundialismo.
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