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Fieles en lo pequeño

 Cuando era niña, oí contar a mi abuela una anécdota que me dejó huella, a pesar de que prácticamente he olvidado los datos concretos. Hablaba de un sacerdote del Opus Dei que había sido nombrado obispo de una zona perdida del Pirineo catalán. El hombre partió hacia allí acompañado de dos sacerdotes jóvenes que iban a ayudarle en sus labores. Llegados a cierto punto y después de varias horas en coche, debido al tiempo y la nieve, tuvieron que dejar el coche y acabar el camino a pie hasta la aldea dónde les aguardaba su nuevo hogar. Al final del trayecto, encontraron al párroco de la localidad en una situación poco ejemplarizante, alejado de su papel de sacerdote y conviviendo con una mujer. Al fin, alcanzaron su destino, cansados y a altas horas de la noche. En ese momento, el nuevo obispo se dispuso a preparar la mesa para la cena, a lo que los dos jóvenes curas que iban con él sugirieron la opción de tomar un tentempié e irse derechitos a la cama, alegando el agotamiento físico y la cantidad de trabajo que les esperaba al día siguiente. A esto, el obispo, respondió con rotundidad: "¿habéis visto al párroco del pueblo? En otro tiempo, él no vivía con una mujer y cumplía fielmente con sus obligaciones. Pero se fue dejando llevar hasta acabar en esa triste situación. Es cierto que estamos cansados, pero si hoy no ponemos la mesa y hacemos las cosas como es debido, aunque tengamos sobrados motivos para irnos a dormir, quizás mañana no seremos capaces de ser fieles a nuestra misión".

Estos días, pensando en el año que empezamos y que todos solemos aprovechar para hacer propósitos de mejora, pensaba en esta historia, y en lo difícil que es para los padres de familia cumplir hasta el final con nuestras obligaciones cotidianas a diario, teniendo en cuenta los cientos de imprevistos que nos surgen a lo largo del día y que van minando lenta pero contundentemente nuestras fuerzas.

Personalmente, en casa, cuando las luces de los dormitorios de mis hijos se apagan y logramos, al fin, que se haga el silencio, lo único que pienso es en sentarme en el sofá y dejar el cuerpo y la mente en off para recuperarme de todo el ajetreo.

Sin embargo, pienso también en lo importante que es para nuestra familia el terminar de recoger lo que ha quedado por en medio, poner los platos en el lavaplatos y dejar la cocina despejada para el desayuno... A pesar del cansancio, de lo poco que hayamos dormido, de que alguno haya estado todo el día llorando con el cable cruzado... Pase lo que pase, hay una serie de cosas que no se pueden dejar para el día siguiente, por razonable que sea el motivo. Y pienso en la importancia de la fidelidad en ese compromiso, en esos pequeños detalles, en esa parábola del Evangelio: "el que es fiel en lo poco, será fiel en lo mucho". Si nos esforzamos cada día por cumplir con nuestra obligación, por pequeña que parezca, pero que nos cuesta horrores a ciertas horas del día, será más fácil avanzar en lo importante, hacer de nosotros mismos personas fieles, preparadas para mayores problemas o para grandes adversidades. Y, además, daremos a nuestros hijos un ejemplo silencioso de fortaleza y reciedumbre que tiene mucho más valor que cualquier sermón sobre el esfuerzo y el sacrificio personal.

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