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En la liturgia participamos cantando

Participar es cantar. He aquí otra afirmación muy sencilla de lo que es la participación en la liturgia por parte de los fieles. Se participa cantando y eso es lo mismo que decir que se participa rezando mediante el canto, sin necesidad de intervenir realizando algún servicio litúrgico. Todos pueden llegar a este grado de participación uniendo la voz y el corazón a los cantos de la liturgia. Basta cantar con todos los fieles aquello que es propio de todos, o responder cantando al sacerdote en las partes cantadas (saludos, aclamaciones) o unirse con silencio y recogimiento al coro en los cantos que sólo éste ejecuta.

            Potenciar la solemnidad, la oración y el canto en la liturgia, es cultivar un gran medio de participación activa de todos para unirse al Misterio. Todo buen coro es un servicio grande para que todos participen, porque participan todos cantando, no sólo el coro. Es un ejercicio de servicio que el coro apoye y lleve adelante el canto para que todos se unan, aunque algunos cantos los realice solamente el coro en ciertos momentos de la liturgia: 

“Entre los fieles, los cantores o el coro ejercen un ministerio litúrgico propio, al cual corresponde cuidar de la debida ejecución de las partes que le corresponden, según los diversos géneros de cantos, y promover la activa participación de los fieles en el canto” (IGMR 103).
            Así el coro está al servicio y en función de todos los fieles, del canto de todos los fieles, favoreciendo la participación orante, y no entendiendo o viviendo la liturgia como un concierto donde todos callan para escuchar a los intérpretes (como tantas Misas-concierto, bellísimas musicalmente[1] o, por el contrario, tantos cantos sentimentales más propios de veladas de campamento que sólo el coro juvenil conoce) o eligiendo los cantos al margen de la liturgia (como las paráfrasis, por ejemplo, del Sanctus o del Padrenuestro que alteran la letra), o simplemente con cantos que únicamente conoce el coro reduciendo al silencio a todos.
            Todos deben entender que la participación litúrgica es cantar, incluye el canto. El coro, sabiendo esto, vivirá con vocación de servicio para sostener el canto de todos mediante los cantos litúrgicos (recordemos: es “cantar la Misa y no cantar durante la Misa”); los fieles todos deberán superar la pasividad de callarse cuando hay un coro, sino integrarse en el canto.
            Cantar es propio de la liturgia, uno de los modos de participación en la acción común de la santa liturgia. Unos cantos serán de un solista-salmista, otros del coro y otros muchos son de todos los fieles. En referencia al canto en general: hay cantos que son de la schola o coro, y otros que son para el coro y los fieles. Lo que no puede convertirse la liturgia es en un concierto hermoso y los demás en "mudos y pasivos espectadores" (SC 48), o abdicar de la posibilidad de cantar todos, enmudeciendo, y dejando todo para el coro[2], o preocupados por no desafinar o tal vez embelesados con lo que cantan.
            En esta perspectiva, la Instrucción Musicam sacram explicaba:
            “Entre la forma solemne y más plena de las celebraciones litúrgicas, en la cual todo lo que exige canto se canta efectivamente, y la forma más sencilla, en la que no se emplea el canto, puede haber varios grados, según que se conceda al canto un lugar mayor o menor. Sin embargo, en la selección de partes que se deben cantar se comenzará por aquellas que por su naturaleza son de mayor importancia; en primer lugar, por aquellas que deben cantar el sacerdote o los ministros con respuestas del pueblo; o el sacerdote junto con el pueblo; se añadirán después, poco a poco, las que son propias sólo del pueblo o sólo del grupo de cantores” (n. 7).


[1] “La Iglesia no rechaza en las acciones litúrgicas ningún género de música sagrada, con tal que responda al espíritu de la misma acción litúrgica y a la naturaleza de cada una de sus partes y no impida la debida participación activa del pueblo” (Instrucción Musicam sacram, n. 9).
[2] “Pero no se puede aprobar la práctica de confiar sólo al grupo de cantores el canto de todo el Proprio y de todo el Ordinario, excluyendo totalmente al pueblo de la participación cantada” (Id., n. 16).

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