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¿Ir a las periferias, hacer lío? Javier Palau, del Opus Dei, de Guadalajara a Japón con 18 años



Pasar la Semana Santa en Roma junto al Papa Francisco ha sido un gran paso adelante para un buen grupo de estudiantes japoneses, que ven con creciente interés a la Iglesia católica, cuenta el joven español Javier Palau Andrés, de 18 años, que se ha trasladado en octubre de 2015 a Japón desde Guadalajara para empezar sus estudios universitarios.

Javier pertenece al Opus Dei (www.opusdei.org) y en un video publicado en su web (lo publicamos bajo estas líneas) explica su traslado y el comienzo de una aventura que le parece “apasionante”, en un país con muy pocos católicos.


“Quiero continuar con el ejemplo de tantos que han intentado contribuir a la evangelización, tratando a muchos amigos y colegas en la Universidad”, afirma Javier, que prepara ahora su examen de ingreso en la Universidad de Kobe, un reto nada sencillo.

En mi caso, cuenta, “las palabras de Francisco en la JMJ de Brasil invitando a los jóvenes a no “apoltronarse, salir a las periferias y hacer lío” me ayudaron mucho a dar el salto. Me recordaban a san Josemaría en “Camino”, cuando animaba a cruzar tierras y mares, a romper ataduras, aún queriendo mucho a los míos”.

La aspiración a la felicidad, los grandes interrogantes se plantean en todos los sitios y Japón no es una excepción, afirma Javier, primero de cinco hermanos y cuyos padres Fernando y Nuria están encantados con su decisión aunque cuesta.

Asentarse en un país tan distinto ha sido el primer objetivo de este joven de Cabanillas del Campo, que ahora es uno más en una población católica del 0’4 por ciento de un total de 127 millones de habitantes.

“Los japoneses son reflexivos, escuchan mucho”, cuenta Javier como una de las diferencias más notables. Piensan, reflexionan y he visto cómo el Papa Francisco ha logrado generar cariño, admiración y respeto entre creyentes y no creyentes”, destaca tras asistir con una veintena de jóvenes al Congreso Universitario UNIV celebrado en Roma.

Javier vive en Ashiya, y cuenta que “vine con muchísimas ganas de conocer a mucha gente y muy rápido, pero en Japón la amistad va más lenta y no es muy normal encontrarse un católico así, de repente, y que comparta enseguida su fe”.

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