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Acompañado de refugiados, el Papa Francisco anima a perder el miedo a tocar al pobre y al excluido

Un grupo de refugiados se ha sentado en la mañana de este miércoles al lado del Papa Francisco, durante la audiencia pública, ante los miles de peregrinos y fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. Vinieron a la audiencia invitados por Cáritas Florencia y la European University. 

El Papa ha querido predicar sobre la importancia de acoger "a todos". Durante la catequesis el Pontífice ha presentado a sus acompañantes y ha indicado que “muchos piensan de ellos que mejor que se hubieran quedado en su tierra, pero allí sufrían mucho. Son nuestros refugiados”. Ha insistido en que son “nuestros hermanos” y que “el cristiano no excluye a nadie, deja venir a todos”.

En su recorrido en papamóvil por la plaza, el Pontífice estuvo acompañado por cuatro niños, vestidos con el alba que se utiliza para la primera comunión, rodeados del ambiente festivo y los cánticos con vivas al Santo Padre. 

Lo que purifica es la misericordia de Jesús
La misericordia purifica el corazón. Esta ha sido la idea principal desarrollada por el Santo Padre a propósito de la lectura de la sanación de Jesús al leproso. Así, en la catequesis de este miércoles, en el resumen hecho por el Santo Padre en español, ha indicado que la súplica que el leproso dirige a Jesús: “Señor si quieres puedes limpiarme”, manifiesta “el deseo profundo del hombre de una auténtica purificación que lo una a Dios y lo integre en la comunidad”.

Esta petición, fruto de la fe y de la confianza en Dios –ha señalado Francisco– encuentra la respuesta en la acción y en los gestos de Jesús, que, sintiendo compasión, se acerca, lo toca y le dice: “Quiero, queda limpio”.

Por otro lado, el Pontífice ha subrayado que “Jesús nunca permanece indiferente a la oración hecha con humildad y confianza” y rechazando todos los prejuicios humanos, “se muestra cercano para enseñarnos que no debemos tener miedo de acercarnos y tocar al pobre y al excluido, porque en ellos está el mismo Cristo”.

La acción de Jesús –ha añadido– no busca el sensacionalismo, sino que cura con amor nuestras heridas, modelando pacientemente nuestro corazón conforme al suyo.

Finalmente ha aseverado que “el gesto mesiánico de Jesús culmina con la inclusión del leproso en la comunidad de los creyentes y en la vida social: así se llega a la plena curación, que además convierte al sanado en testigo y anunciador de la misericordia de Dios”.

A continuación, el Papa ha saludado coordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica y tras los saludos en las distintas lenguas, el Pontífice ha dirigido unas palabras a los jóvenes, los enfermos y los recién casado.

De este modo, ha recordado a los jóvenes que Jesús les llama a ser “corazones ardientes” y que deben corresponder con generosidad a su invitación según el propio talento. A los enfermos les ha pedido que ofrezcan su sufrimiento a Cristo crucificado para cooperar a la redención del mundo. Finalmente ha exhortado a los recién casados a que sean conscientes de la misión insustituible en la que les compromete el sacramento del matrimonio.

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