La parte logística de Jesús
Es verdad que se dieron muchas dificultades con Judas Iscariote, el tesorero de la comunidad, pero aun así comprendió que era necesario mandarlos, por ejemplo, de dos en dos[2]. Dicho de otra manera, que el mal de uno, no era generalizado ni mucho menos una justificación para ir sin una cierta hoja de ruta.
¿Cómo planeamos las cosas?, ¿de qué manera impulsamos los espacios de evangelización e incidencia social? Jesús supo formar, acompañar y, ¿por qué no decirlo? Dejar una generación de hombres y mujeres coherentes que, desde el liderazgo que se basa en el primado del ejemplo, renovaron la historia, relanzando una cultura marcada por la inclusión y una visión más profunda acerca de la vida. A veces, nos da miedo que nos confíen tareas de estructura, de trámites; sin embargo, para que la Iglesia pueda caminar, a través de colegios, grupos, parroquias, etcétera, hay que cuidar la parte administrativa, pues en ella también se encuentra una forma de corresponder a Dios. Detrás de la organización de un retiro, hay un(a) tesorero(a) y no es poca cosa. Cuando se habla de una Iglesia pobre, no significa vender las propiedades y espacios educativos, de evangelización, sino evitar que las estructuras se lleven a términos absolutos. Es decir, tener pero en un marco de libertad. Jesús no fue alguien ideológico. Su proyecto no es populista, sino exigente, obediente y ordenado a compartir la fe.
Los escándalos de corrupción han generado un rechazo generalizado a todo lo que huela a logística; sin embargo, el problema no está en la necesidad de contar con recursos, pues se vive en un mundo material y hay que cubrir gastos, sino en la formación y los procesos de selección del personal. Jesús vivió la mala experiencia de Judas Iscariote, pero siguió formando, hasta contar con la audacia de Pedro, algo que –dicho sea de paso- le costó una buena inversión de tiempo, pues al principio dudaba hasta de sí mismo y vivía con miedo ante el futuro.
La logística implica resolver, ser eficaces y contar con visión en la toma de decisiones. Alguien tiene que hacerlo y, si en algún momento nos toca, debemos pasar, primero, por la oración y, después, acudir a los expertos, buscando que haya un claro respeto hacia los criterios y principios de la fe. “Pero es que Jesús era pobre…no tenía casas para retiros…”. No, porque a él le tocó otra época, pero varias veces tuvo que buscar un lugar para poder acompañar a los apóstoles, lo que demuestra su capacidad organizativa. Claro que lo hacía desde la libertad que da la fe, porque el apego nunca fue un problema para él, pero estamos ante alguien que supo entrar de lleno en la historia de la humanidad y que entendió que la Iglesia debía nacer, crecer y desarrollarse a lo largo del mundo. No en clave triunfalista, sino por el solo hecho de dar a conocer la presencia de Dios en la realidad. Por lo tanto, ante una tarea que implica construir u planear, hacerlo con gusto, pensando en el futuro, en la necesidad de seguir llevando el evangelio a las periferias geográficas y existenciales.
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