Rezar sin sentirse hijos, sin llamar Padre a Dios, es rezar como paganos, previene el Papa Francisco
El Papa Francisco se inspiró en el Evangelio del día, en el que el Señor enseña la oración del “Padre Nuestro” a sus discípulos, para detenerse en el valor que tiene rezar al Padre en la vida del cristiano. Jesús – dijo el Pontífice – “indica precisamente el espacio de la oración en una palabra: Padre”.
Jesús se dirige siempre al Padre en los momentos fuertes de su vida. Este Padre – observó Francisco – “sabe de qué cosas tenemos necesidad antes de que se las pidamos”. Es un Padre que “nos escucha en lo secreto, como Él, Jesús, nos aconseja rezar: en lo secreto”.
“Este Padre que nos da precisamente la identidad de hijos. Y cuando digo ‘Padre’ llego hasta las raíces de mi identidad: mi identidad cristiana es ser hijo y ésta es una gracia del Espíritu. Nadie puede decir ‘Padre’ sin la gracia del Espíritu. ‘Padre’ que es la palabra que Jesús usaba en los momentos más fuertes: cuando estaba lleno de alegría, de emoción: ‘Padre, te alabo, porque tú revelas estas cosas a los pequeños’; o llorando, ante la tumba de su amigo Lázaro: ‘Padre, te doy gracias porque me has escuchado’; o también después, en los momentos finales de su vida, al final”.
El Obispo de Roma evidenció que “en los momentos más fuertes”, Jesús dice: Padre. “Es la palabra que más usa”, “Él habla con el Padre. Es el camino de la oración y, por esta razón – reafirmó – me permito decir que es el espacio de la oración”. “Sin sentir que somos hijos, sin sentirse hijo, sin decir Padre – añadió – nuestra oración es pagana, es una oración de palabras”.
Ciertamente – agregó el Pontífice – se puede rezar a la Virgen, a los Ángeles y a los Santos. Pero recordó que la piedra angular de la oración es “Padre”. Si no somos capaces de comenzar la oración con esta palabra, "Padre", – dijo – “la oración no irá bien”:
“Padre. Es sentir la mirada del Padre sobre mí, sentir que aquella palabra ‘Padre’ no es un derroche como las palabras de las oraciones de los paganos: es una llamada a Aquel que me ha dado la identidad de hijo. Éste es el espacio de la oración cristiana – ‘Padre’ – y después rezamos a todos los Santos, a los Ángeles, hacemos también procesiones, peregrinaciones… Todo bello, pero siempre comenzando con ‘Padre’ y con la conciencia de que somos hijos y que tenemos un Padre que nos ama y que conoce nuestras necesidades, todas. Éste es el espacio”.
Francisco dirigió un pensamiento a la parte en que en la oración del “Padre Nuestro”, Jesús hace referencia al perdón del prójimo, y a cómo Dios nos perdona a nosotros.
“Si el espacio de la oración es decir Padre – afirmó – el clima de la oración es decir ‘nuestro’: somos hermanos, somos familia”. Y recordó lo que sucedió con Caín que ha odiado al hijo del Padre, ha odiado a su hermano. El Padre – reafirmó – nos da la identidad y la familia. “Por eso es tan importante – dijo – tener capacidad de perdón, olvidar, olvidar las ofensas, ese sano hábito de decir ‘dejemos pasar… que haga él, el Señor’ y no tener rencor, resentimiento ni ganas de venganza”.
Nos hace bien hacer un examen de conciencia acerca de cómo rezamos al Padre. “Rezar a Padre perdonando a todos, olvidando las ofensas – dijo Francisco – es la mejor oración que puedes hacer”.
“Es bueno que algunas veces hagamos un examen de conciencia sobre esto. ¿Para mí, Dios es Padre, yo lo siento Padre? Y si no lo siento así, pido al Espíritu Santo que me enseñe a sentirlo así. ¿Y soy capaz de olvidar las ofensas, perdonar, dejar pasar o si no, pedirle al Padre ‘también estos son tus hijos, me han hecho algo feo… ayúdame a perdonar’? Hagamos este examen de conciencia sobre nosotros y nos hará bien, bien, bien. ‘Padre’ y ‘nuestro’: nos da la identidad de hijos y nos da una familia para ‘ir’ juntos por la vida”.
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