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Banalización y sublimación del sexo


 
            Dos fenómenos que, muchos de Vds. se habrán percatado, son en principio contrarios, antagónicos, y que, sin embargo, se están produciendo, aún diría más, fomentando –desde el cine, desde la literatura, desde la legislación incluso- de manera simultánea en los tiempos que corren.
 
            Banalización en cuanto que se presenta el sexo como una función más de las que lleva a cabo el ser humano, cotidiana, intrascendente, trivial, banal en definitiva… tan cotidiana y banal como lo es el comer, el beber, el “evacuar”… algo que hace el ser humano realiza allí donde le pilla, con la persona con la que le pilla, en el momento en el que le pilla… a veces, para decirlo todo como realmente es, hasta con pocas ganas.
 
            Cosa que ha sido posible gracias a la desvinculación del sexo de dos de los procesos a los que venía de manera más o menos inexorablemente asociado. Por un lado, la reproducción de la especie, por mor de los distintos y muchísimos medios anticonceptivos que la ciencia ha conseguido implementar, el último de ellos, uno más sin mayor importancia, banal como el sexo mismo, el aborto, ya sea mediante la “limpísima” píldora del día después, ya sea mediante el “algo menos limpio” y algo más aparatoso procedimiento del aborto quirúrgico en toda regla, totalmente libre hasta la semana 14 en la legislación española, hasta incluso más adelante en otras legislaciones.
 
            Por otro lado, el amor, un fenómeno, un sentimiento, al que el sexo se ha hallado indisolublemente unido durante toda la historia de la Humanidad, pero que hoy pasa a segundo plano y es indiferente o accesorio a una relación sexual, pudiendo acompañarla o, como incluso se da con mucha mayor frecuencia, no.
 
            Todo ello por lo que se refiere a la banalización del sexo. Pero decíamos que al mismo tiempo que banalizado, el sexo se ha sublimado. Una sublimación que se produce por cuanto a fuerza de presentar el sexo como algo banal, lo está convirtiendo también en algo en lo que ha de terminar cualquier relación que se produzca entre seres humanos. Cada vez se nos presenta como más inconcebible que un hombre y una mujer se relacionen sin que planee sobre ellos la eventualidad de que esa relación, que venga propiciada por su profesión, que venga propiciada por una afición común, que venga propiciada por cualquier otra circunstancia, no termine en otro lugar que en la cama. Un proceso tan intrusivo e invasor que incluso se abre en los días que corren a relaciones diferentes a las que mantienen un hombre y una mujer para abarcar también, con creciente intensidad, a las que mantienen un hombre con otro hombre, una mujer con otra mujer, o varios hombres y varias mujeres.
 
            Y bien amigos, con esta breve reflexión que me limito a exponerles dejando para Vds. la obtención de consecuencias, les dejo a Vds. por hoy, deseándoles como siempre que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
 
 
            ©L.A.
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