Cardenal Rivera: los pastores no podemos ser «perros mudos» ante la «diabólica» ideología de género
El purpurado recordó que “la sexualidad nos viene dada como un don, no es una construcción social o mental por la que podamos hacer una elección caprichosa o patológica”.
“Hoy se pretende enmendar la plana a Dios", continuó: "Es tanto como decir: tu creación no está bien, y yo la voy a corregir, yo te voy a enseñar lo que es bueno y malo, porque yo soy conocedor del bien y del mal”.
Ante esta situación pidió la reacción de obispos y sacerdotes: "Nosotros, pastores del Pueblo de Dios, no podemos ser como dice Isaías: ‘Perros mudos, que ven el peligro y no lo advierten’, que observan cómo el mal y su ideología satánica empieza a contaminar a las familias, y sobre todo a los niños y jóvenes, y no dicen nada, no previenen la catástrofe”.
“O algo peor", continuó, "se empiezan a contaminar con estas ideas viéndolas como progreso, incluso como derechos humanos, y simpatizan con ellas. ¡Cuidado con la corrupción de nuestra conciencia y la de quienes nos han sido confiados! Atentos a la perversión, que no es otra cosa sino aquello que dice el profeta Isaías: ‘Ay de los que llaman mal al bien y bien al mal’”.
Corrupción, avaricia, violencia, aborto
El arzobispo de México denunció también, según recoge Aciprensa, “el egoísmo de quienes viven en una insultante opulencia a costa de la miseria de millones de pobres que carecen hasta de lo más elemental”.
Y mencionó "el caballo apocalíptico de la violencia, que ocasiona en nuestro país estragos espantosos: muertes atroces que ya vemos como cotidianas y no nos conmueven, personas descuartizadas, fosas clandestinas, desaparecidos, secuestros, feminicidios”.
Entre los asesinados, numerosos sacerdotes, “muchos de ellos ultimados por ser fieles a su ministerio, otros secuestrados y extorsionados”: “Tal pareciera que ha desaparecido toda consideración y respeto por la dignidad humana, por el hombre y la mujer creados a la imagen de Dios, redimidos con la sangre de Cristo y por lo mismo intocables en su dignidad”.
“Muchos de estos males”, dijo, se originan en “el pecado de la corrupción, esa avaricia que en México es ya insoportable y desmedida”.
En cuanto al aborto, lamentó: “Y ¿qué decir de la más cruel de las violencias: el asesinato de miles de niños en el seno de sus madres, el drama de estos inocentes que son desechados como una amenaza y cuya aniquilación ahora es vista, no como lo que es: un delito, sino como un derecho?”
Cristo, la esperanza
Frente a ese panorama, el cardenal Rivera proclamó la esperanza en el Salvador: “Cristo es el es el Alfa y el Omega, el principio y el fin, y nosotros, sus sacerdotes, debemos tener plena confianza en su victoria final”.
“Queridos sacerdotes: fortalezcan a su pueblo con esta esperanza, no desfallezcan ni cedan al desánimo, no claudiquen ante el avance del mal y el triunfo de los malvados; anuncien y defiendan en todas partes la verdad del Evangelio”, concluyó.</span>
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