Demos gracias nosotros a los Echeverría
“Pero, Dios mío, ¿quién es esta gente?”, nos preguntamos todos. Porque delante de un micrófono siempre hay lamentos: contra la policía, contra los políticos, contra los recortes, contra los pájaros que cantan demasiado pronto o demasiado tarde, contra la vida, contra el destino... Y esta familia, destrozada por el dolor, no hace más que dar las gracias. Ignacio dio la vida por salvar a una mujer que estaba siendo agredida, y su familia prolonga su extraño modo de vivir y de perder a un ser querido, su extraña manera de usar la razón. Y nosotros, siempre quejosos, siempre queriendo preservar como nuestro cada minuto de vida, por una vez callamos, por una vez reconocemos que ante el desgarro de la muerte, ante el último precipicio, no solo hay un abismo, que también se puede no-estar-cabreado por el que se va y por el que se queda. Demos las gracias nosotros a los Echeverría porque, de pronto, hemos visto cómo queremos vivir y cómo queremos morir.</span>
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