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No, Sra. Ana Pastor, no ha sido un asesinato


 
            Una vez más, lamentamos un atentado realizado en nombre de un Dios que se muestra insaciable de sangre, tanto de aquéllos que no creen en él, como de aquéllos que sí lo hacen, extraño Dios para tener tantos adeptos.
 
            En Londres, tres terroristas cuchillo en mano han asesinado a todas las personas que se iban encontrando en su camino, causando ocho víctimas mortales entre los cuales el español Javier Echevarría, extraño caso de caballero a la antigua usanza que perdió la vida por intentar salvar a una mujer con la que la emprendían los terroristas.
 
            Finalmente, la policía británica consiguió abatir a los tres asesinos cuando a cuchilladas la emprendían con una nueva víctima, que se salvó gracias a la providencial llegada de los agentes de la ley, todo lo cual no es óbice para que una periodista española, supuestamente respetable, haya definido la brillante y excelente operación policial como de “asesinato”. La periodista en cuestión es Ana Pastor, a la que no se le fue la lengua, como algunos han intentado justificar, sino que después de definir, como sin querer, la operación como de “abatimiento de terroristas”, se corrigió a sí misma, se corrigió a sí misma, para denominarla “más correctamente” asesinato.
 
            Esos son algunos de los periodistas que tiene este país. Para desgracia de la periodista en cuestión, gracias a una cámara de seguridad, hemos tenido ocasión de ver las escenas de la operación, en la que contemplamos a tres verdaderos killers, tres animales desatados, desaforados, indignos de pertenecer a la especie humana, atacando sin misericordia ninguna, los tres a la vez, tan alevosa como cobardemente, al primer peatón que se encuentran en su camino, al que ni conocían, ni que decir tiene que absolutamente indefenso. Y cómo uno de ellos incluso la emprende con uno de los policías, ninguno de los cuales, por supuesto, ni siquiera sabía si los terroristas en cuestión estaban forrados de bombas hasta el gaznate e iban a culminar su valiente hazaña terrenal iniciando el camino al paraíso acompañados de todo aquello que se moviera a su alrededor.
 
            En fin, nunca ha de faltar un periodista español para una vileza semejante. Parecidos ataques por la espalda del estado de derecho ya los hemos conocido en este país en los años de plomo de la ETA. Surgían como hongos. Lo raro venía siendo lo ocurrido en los últimos tiempos, en que ningún periodista (o político) español nos obsequiaba con regalito semejante, y todos parecían morderse la lengua antes de hablar. Ana Pastor ha sido la primera, pero se lo aseguro a Vds., no será la última.
 
            Si les digo la verdad, era cuestión de tiempo que esto acabara ocurriendo. Todos lo sabíamos. A lo mejor también tengo que una cosa sí que no me la esperaba: que fuera precisamente Ana Pastor la primera.
 

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