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De danzas liberadores a la Lectio Divina

Existe una necesidad en aumento de hacer un alto y entrar en contacto con Dios, de crecer en la vida espiritual. Alternativas, e incluso, ofertas, no faltan. Algunas rayan en lo irracional y basadas en el negocio. Pero lo positivo, aquello en lo que debemos concentrarnos, es que detrás de toda la parafernalia que hay que saber distinguir, se esconde el deseo de Dios, del absoluto. Nosotros, como católicos, tenemos un bagaje rico en medios para conocer y tener una experiencia sólida de Dios en la oración. Con todo, a veces, entre nosotros, tampoco está tan claro desde dónde acercarnos. Entonces, aparecen ofertas barnizadas, que aunque no encajan, están. Cosas como, por ejemplo, danzas liberadoras. No está mal orar con el cuerpo. Santo Domingo de Guzmán lo hacía desde diferentes posturas, pero su centro no era una paz energética o cósmica, tipo New Age, sino la escucha atenta de la Palabra de Dios.

¿Por qué ir a las mantras cuando podemos hablar con el que lo es todo a través de sus propias palabras? Hay que detenernos en esto y no es porque seamos rígidos o ultraconservadores, sino porque sencillamente la vida espiritual crece con la práctica de la Lectio Divina. Tiene pedagogía, consigue aterrizar bien lo leído para luego pasarlo a la vida. La danza no es el problema, pero rebuscarla y quererla meter a fuerza en la vida espiritual no da rumbo. Luego nos sorprendemos de lo difícil que es que muchos perseveren en su vocación, pero es que danzando de forma astral, se relacionan con el espacio, pero no con Dios que supera toda expectativa.

El otro día había en la playa un grupo haciendo una meditación de tipo cósmico. Todo lo que repetían era desde el “yo”. En cambio la Lectio, ilumina al “yo” con Dios y lo abre al interés por los demás. Un triple efecto que saca de uno mismo. Y da paz, alegría, ganas de disfrutar lo sano que la vida ofrece, pero con un sentido trascendente, más allá de la emoción de los primeros diez minutos.

Danzas, ritmos, pero ¿cuándo silencio?, ¿cuándo dejarse -como dice el papa Francisco- mirar por Dios desde el sagrario?, ¿cuándo ser justos con los necesitados?, ¿cuándo asumir nuestro compromiso ciudadano? Vale la pena aprovechar los medios que la Iglesia nos presenta. Están al alcance de la mano ¡y son gratis!
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Audio: Comunicar la fe católica. El mensajero es la carta de presentación del mensaje: http://ift.tt/2vrwYR6

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