«No hay una verdadera humildad sin humillación», predica el Papa, que pone como ejemplo al rey David
El Santo Padre aseguró que David es una de las grandes figuras de la Biblia, que derrotó a los filisteos, fue un gran rey pero también un gran pecador. El Papa recordó que el israelita “había caído en el adulterio y en el asesinato de Urias", el marido de Betsabe, y sin embargo, la Iglesia lo venera como santo “porque se dejó transformar por el Señor, y se dejó perdonar. Fue capaz de reconocerse pecador, una capacidad nada fácil”.
"No piensa en salvar su propia piel"
La lectura de la misa del día relata cómo Absalom se rebela contra su padre David y éste decide huir. Francisco recodó que “no piensa en salvar su propia piel” sino salvar al pueblo, el templo. Y aunque pueda parecer que huir es “un gesto que parece de cobarde, pero es valiente”.
Pero además en su huida es humillado por un hombre que le sigue mientras le insulta. Y el humildemente aguanta. “Algunas veces pensamos que la humildad es ir tranquilos, ir con la cabeza agachada, mirando al suelo. Pero también los cerdos caminan con la cabeza baja: eso no es humildad. Esa es la humildad ‘prêt-à-porter’ que no salva ni custodia el corazón”, dijo el Papa.
La tentación de luchar
Por ello, consideró que “es bueno que pensemos en esto: no hay una verdadera humildad sin humillación, y si tú no eres capaz de tolerar, de llevar sobre la espalda, una humillación, no serás humilde: pensarás que lo eres, pero no lo eres”.
Francisco invitó a imitar a David: “Siempre está la tentación de luchar contra aquello que nos calumnia, contra aquello que nos humilla, que nos hace pasar vergüenza”. Sin embargo, “ese no es el camino. El camino es el que Jesús profetiza sobre David: llevar la humillación”, expuso, tal y como recoge Aciprensa.
El Papa finalizó la homilía animando a pedir a Dios “la gracia de la humildad, pero con humillación”. “incluso, si alguno es valiente, puede pedir al Señor que le envíe humillaciones, para parecerse más al Señor”.
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