San Juan de Réôme, fundador y abad.
Nació Juan en Dijon y muy joven se hizo ermitaño en las cercanías de Réôme (actualmente el sitio se llama Ménétreux), donde sus virtudes y milagros le crearon fama de santidad. Cuando tuvo muchos discípulos y fieles que le seguían, fundó un recinto monástico. Pero cansado de la fama, huyó con otros dos amigos a la abadía de Lérins, donde vivieron en el anonimato con los monjes durante casi dos años. Pero ocurrió que fue reconocido por unos visitantes que le conocían de Réôme. Al saberlo San Gregorio de Langrés (4 de enero), que era su obispo, mandó a buscarle para que volviera al monasterio que había fundado y que se había relajado en su ausencia. Volvió el santo humildemente y puso orden. Echó a los díscolos, impuso la Regla de Lérins, los ayunos y costumbres de allí, y el monasterio volvió a florecer en monjes virtuosos. Entre los que ayudaron a reformarle estuvo San Sequan (19 de septiembre), al que dio el hábito.
Una de las normas básicas que impuso fue la separación de los seglares y visitantes de los monjes, estableciendo la zona de clausura y separando la iglesia. Sin embargo, un noble local se consideró despreciado por ello, y se unió a los monjes en el coro. Cuando fue a recibir la comunión el santo abad se la negó. El noble simuló obedecer, pero en secreto maldijo a Juan. Esa noche sonó que Juan se le aparecía con la Eucaristía en la mano y le decía: "Por haberme maldecido no podrás recibir al Señor en el Pan Sagrado". Tuvo horror el hombre y al otro pidió perdón al santo abad por su atrevimiento y por su maldición. Juan, que ya lo sabía por revelación, le perdonó y le bendijo.
En una ocasión un ladrón robó a sus monjes las herramientas con las que picaban piedras. Estos fueron a quejarse a Juan, que solo fue al bosque, oró con fervor y apareció el ladrón arrepentido, devolviendo las hachas y quedándose a trabajar con los monjes, como penitencia. Luego Juan le perdonó de su trabajo y le dejó ir en paz. Otra leyenda cuenta que cuando los monjes abrieron un pozo, no podían sacar agua porque en el fondo vivía una terrible serpiente venenosa (se creía antes que algunas serpientes podían envenenar las aguas). Entonces el santo se metió en el pozo y haciendo la señal de la cruz mató al monstruo.
Sobre su muerte, las fechas varían, se calcula entre 539 y 545.
A 28 de enero además se celebra a
San Carlomagno, emperador.
La Traslación de Santo Tomás de Aquino.
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