Un libro puede llevar a la fe
En la búsqueda de Dios, un libro puede marcar el comienzo y el soporte necesario para avanzar en la fe, en la vida espiritual que, en un contexto a menudo marcado por las prisas y el estrés, resulta una opción que permite aprender a vivir mejor. Por eso, decimos que un libro puede llevar a la fe. Así les pasó a personajes como Santa Teresa de Ávila. Ella, emprende la reforma del Carmelo, animada, en gran medida, por los libros que llegaron a sus manos.
De lo anterior, se desprenden tres cosas:
- Impulsar el desarrollo innovador de las casas editoriales que, entre sus obras, incluyen aquellas que tienen que ver con la fe. En la Iglesia, existen muchas y, en medio de los cambios de paradigma, es necesario mantenerlas actualizadas, ofreciendo, entre otros servicios, la posibilidad de comprar vía Internet, además de diversas opciones de formato (impreso o digital).
- Escribir cosas profundas. No todo libro llena. A veces, se le presta más atención a la portada que al contenido del propio libro. Hay que cuidar el diseño gráfico, pero también ser capaces de ver más allá.
- Aprovechar los ratos libres para ser autodidactas, abriéndonos a textos que también nos ayuden en nuestra vida espiritual. A través de ellos, Dios, como buen pedagogo, acompaña, aclara y abre otras perspectivas en la comprensión del Evangelio.
Y los que hemos aceptado la fe, no debemos quedarnos atrás, “oxidados” por la falta de tiempo que mina nuestras convicciones, sino volver constantemente a lo esencial y es que, en realidad, las lecturas de los santos, así como otros textos, ayudan a despertar, asimilando puntos que, muchas veces, se van entendiendo en retrospectiva, porque crecemos en la profundidad propia de la fe, además de ampliar nuestra cultura.
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