Sexo y libertad
El hombre y la mujer somos distintos. No como objetos de derechos, tenemos los mismos, sino antropológicamente.
Por tanto, su comportamiento en muchos terrenos no será igual. Enfocamos los razonamientos de forma distinta, jugamos de manera diferente, los intereses, en muchas ocasiones, no son iguales, apreciamos la belleza con matices distintos, a la mujer le gusta más que la miren. Al hombre, mirar. Se podrían seguir poniendo ejemplos. En el terreno sexual, tampoco somos iguales.
Se me podría decir que todo lo anteriormente dicho es cultural, no es así. Cada vez hay más experiencias y estudios, que demuestran lo contrario.
El pudor, por el cual se tiende a reservar y no dar aquello que es intimo y personal, hace más libre a la mujer. Ese retraimiento ocasionado por el pudor hace que la mujer sea más libre para tomar decisiones. Aumente el tiempo para pensar, para valorar, si a aquel que se va a entregar es lo suficientemente valioso para ella. Le da perspectiva a su relación, a su noviazgo. Se podría decir que la feminidad lo que hace es proteger la diferencia.
Cuando a la mujer se le anima al sexo por el sexo, o a que se comporte como hombre en el terreno de los afectos, queda al descubierto su vulnerabilidad. Es, por decirlo así, más sexo débil. Controla menos. Quizás lo niegue, pero íntimamente lo sabe. La feminidad terminará por aparecer. Hay veces, que para deshacerse de ese sentimiento- la feminidad- que no es cultural, sino que pertenece a la esencia de la persona, se recurre al alcohol o la droga, o sea, a la inconsciencia.
La libertad está en este caso, no solo en no negar como uno es, sino en sentirse orgulloso de la diferencia y en vivir acorde con ella.
Cuando se niega uno a si mismo su forma de ser antropológica, terminará actuando como no es, lo cual tiene sus consecuencias.
Este comportamiento, a mi parecer, tiene mucho que ver con que haya mujeres que, teniendo relaciones sexuales en el noviazgo, sean ariscas y poco educadas con aquellas que dicen que no las van a tener hasta que se casen. ¿Porque es eso así? ¿Qué sentimiento de frustración desaparecería si sus amigas tuvieran relaciones?
Indudablemente tiene que ver con el pudor, con la feminidad, en definitiva, con la libertad de la mujer.
Ser libre cuesta, especialmente cuando se niega o rechaza lo que uno es, como uno es. No merece la pena dejar de serlo por no ser rechazada.
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