Sin villancico
El villancico con que los diputados andaluces del montón se despedían de la cámara de los comunes por Navidad ha desaparecido otra vez del orden del día. Hasta 2011 el tamborilero marcaba el compás tras los ruegos y preguntas, en tanto que hoy han descatalogado a la Virgen que se esta peinando. Y también a la burra, a la chocolatera, al molinillo y al anafre. A la primera, tal vez, por no asistir a un curso de formación sobre la incidencia de la laca Nelly en el cabello nazareno. Y a la segunda porque, se supone, la carga excesiva sugiere maltrato animal.
Lo curioso es que nadie dice he sido yo en una comunidad autónoma regida por dos partidos, PSOE e IU, que no pueden ver la Última Cena de Leonardo da Vinci, esto es, la Iglesia ni en pintura. Y en la que la oposición tampoco es un dechado de novenas. De modo que como nadie asume la responsabilidad de la supresión, se achaca al desinterés colectivo, que es la manera que tienen todos los que lo mataron de decir que él solito se murió para que no les carguen el muerto.
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