Un niño sin globo
Ahora que ni Rita está en nómina. Ahora que el trabajo de moda consiste en deambular de ocho a tres con las manos en la espalda. Ahora que el desahucio es la viga maestra en viviendas con vistas al banco y embaldosadas con cláusula suelo. Ahora es el tiempo. Por eso habla ahora Francisco de la importancia para la dignidad del hombre del techo y el jornal, de la sala de estar y del laburo.
Cada vez que Francisco abre la boca baja el pan, pero los dueños de la tahona no tienen previsto repartirlo entre los hambrientos, aunque guardan las apariencias. Los prebostes de la izquierda le aplauden. Los caciques de la derecha le elogian. Pero ni unos ni otros buscan hogar a los desheredados, que amontonan ronquidos las aceras cubiertos con cartones, las mantas Paduana de los perdedores. Sin plata y sin amor del prójimo, les queda la salud, es cierto. Pero la salud, sin dinero, es un niño sin globo. Y el dinero, sin salud, un globo sin niño.
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