Otro que mete cizaña en la catedral de Córdoba
Lo primero que hay que recordar a esa “Plataforma Mezquita-Catedral de Córdoba Patrimonio de Todos”, de composición socio-comunista si no estoy muy equivocado, que la antigua mezquita, hoy santa iglesia catedral desde 1236, primero bajo la advocación de Santa María Madre de Dios, luego –y hasta hoy- de la Asunción de Nuestra Señora, ha conservado y mejorado todo su esplendor, orgullo de Córdoba y de España, gracias al cuidado exquisito y respetuoso con las formas de sus orígenes que aplicó con mimo el cabildo catedralicio. Respeto que no tuvieron los invasores musulmanes cuando llegaron a la ciudad cordobesa y arrasaron la basílica de San Vicente Mártir, en cuyo solar levantaron la mezquita, con la enorme cantidad de terreno que había a su alrededor.
Federico Mayor Zaragoza, erigido en inquisidor del templo cordobés, es un catalán charnego a juzgar por sus apellidos, nacido en Barcelona a principios de 1934, típico personaje todo terreno adaptable a todas las situaciones políticas, por contradictorias que sean entre sí. Es decir, que flota siempre en lo alto de la cucaña como si fuera de corcho. Doctor en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid (1958), catedrático de Bioquímica en Granada (1963). Designado por el Gobierno, -el Gobierno de entonces-, no elegido por el claustro, Rector Magnífico de la Universidad granadina (1968-1972), en un tiempo en el que para ocupar un cargo público –el de rector lo es- había que jurar públicamente amor eterno al llamado Caudillo y al Movimiento Nacional. Fue ensalzado como el “rector más joven de España”. En 1971 Vicepresidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Presidente en funciones 1972-1973. De 1972 a 2004, catedrático de Bioquímica en la Universidad Autónoma de Madrid.
Más: Subsecretario de Educación y Ciencia en el Gobierno de Arias Navarro. Ministro de lo mismo con Suárez (1981-82). Director general adjunto de la UNESCO (1978-1981). Director general de la misma (1987-1999). Teniendo en cuenta que la gran mayoría de los jerifaltes de los organismos de la ONU y similares suelen llevar mandil, es razonable suponer que visto de lejos también pueda parecer que lo viste nuestro personaje, aunque a lo mejor se trata sólo de un delantal de cocina porque le gustan los fogones. No sería el primer hombre aficionado a los guisos domésticos.
Copresidente de la Alianza de Civilizaciones –ya saben, aquel invento para dar carrete a los Mohamed del mundo entero, en tanto que ellos machacan a los cristianos allí donde los pillan desprotegidos-. Hijo predilecto de Andalucía (2008), nombrado por la Junta de los EREs, Mercasevilla y demás bagatelas al uso en las tierras de San Blas Infante. Doctor honoris causa de no sé cuantas universidades, incontable número de galardones, distinciones y premios, perejil de todas las salsas más o menos culturales y académicas, etc., etc.
En el año 2000 creó con su familia y unos cuantos amigos, la “Fundación para una cultura de paz”, aunque en el caso que nos ocupa se dedica a encizañar y soliviantar a los católicos (“¡que los zurzan a los meapilas!”). Presidió o formó parte de la comisión que dictaminó el expolio del archivo de Salamanca de la guerra civil en beneficio de los revanchistas catalanes.
En las elecciones generales del 2011 apoyó públicamente a los socialistas, y en enero de 2013 se sumó abiertamente a la manifestación de Bilbao reclamando la aproximación de los terroristas de ETA en prisión, a las cárceles del País Vasco. Este es a grandes trazos, el individuo que quiere birlarle al obispado de Córdoba, la propiedad y custodia de la catedral, antes, muchísimo antes, mezquita. Cría cuervos y ya sabes lo que te pasará.
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