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«El compromiso personal es la raíz misma de la fiabilidad de un comunicador», dice Francisco

El Papa Francisco apela a los comunicadores a no ser ajenos de los problemas del mundo, por lo que considera que también deben “expresar ternura”, comparando la misión de los medios con la del protagonista de la parábola del buen samaritano que ayuda a un hombre apaleado por bandidos al borde del camino.

“El mundo de los medios de comunicación no puede ser ajeno de la preocupación por la humanidad, sino que está llamado a expresar también ternura. La red digital puede ser un lugar rico en humanidad: no una red de cables, sino de personas humanas. La neutralidad de los medios de comunicación es aparente: solo quien comunica poniéndose en juego a sí mismo puede representar un punto de referencia. El compromiso personal es la raíz misma de la fiabilidad de un comunicador”, afirma el Papa.


En su mensaje La comunicación al servicio de una auténtica cultura del encuentro para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que la Iglesia católica celebra este domingo, recogido por Servimedia, el Papa advierte de la doble cara de la red de redes. “Internet puede ofrecer mayores posibilidades de encuentro y de solidaridad entre todos”, pero además de ayudar a crecer al ser humano, la comunicación también puede “desorientar”.


El deseo de conexión digital puede terminar por aislarnos de nuestro prójimo, de las personas que tenemos al lado. Sin olvidar que quienes no acceden a estos medios de comunicación social –por tantos motivos–, corren el riesgo de quedar excluidos”, agrega.


Además, Francisco alerta de que los mensajes con malos fines pueden agredir a los hombres: “Cuando la comunicación tiene como objetivo preponderante inducir al consumo o a la manipulación de las personas, nos encontramos ante una agresión violenta como la que sufrió el hombre apaleado por los bandidos y abandonado al borde del camino, como leemos en la parábola”.


Por todo ello, el Papa defiende que “no basta pasar por las ‘calles’ digitales, es decir, simplemente estar conectados”, sino que “es necesario que la conexión vaya acompañada de un verdadero encuentro”.


“Lo repito a menudo: entre una Iglesia accidentada por salir a la calle y una Iglesia enferma de autoreferencialidad, prefiero sin duda la primera. Y las calles del mundo son el lugar donde la gente vive, donde es accesible efectiva y afectivamente. Entre estas calles también se encuentran las digitales”, concluye.



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