Iglesia somos todos
La Iglesia de Cristo es de todos… porque todos somos creyentes hijos de Dios y somos todos los que la constituimos, tanto el clero como los seglares. Todos somos fieles de ella, es decir, es fiel de la Iglesia el que es fiel a su doctrina que es la palabra de Dios. Los que no son fieles a la Iglesia, siempre tienen abiertas las puertas de ella. No hay pecador por grande y abominables que sean sus delitos y ofensas a Dios, al que la Iglesia no lo acoja en su seno, tal como hubiese hecho nuestro Señor en su vida pública en la actual llamada Tierra Santa en Palestina.
Pero en el seno de la iglesia, quizás fruto de la nefanda teoría de la liberación, y los que a ella se apuntaron tanto clérigos como seglares, Está muy extendida en la pastoral de la Iglesia, y se emplea mucho el término “Iglesia de los pobres”, lo cual al emplearse este término, implícitamente se está apartando a los ricos de la Iglesia. El decirle a los pobres que la Iglesia es suya es solo una media verdad, porque también es de los ricos, porque ni los pobres, por el mero hecho de serlo tengan un pasaporte, ya sellado para ir al cielo, y ni los ricos por el mero hecho de serlo desde su nacimiento tengan ya el billete y la plaza asegurada para ir al infierno.
Pobres y ricos tienen un alma que no se puede salvar o condenar, por el status económico social que se tenga, sino solo en definitiva, en función del mayor o menor amor que hayamos demostrado, en el transcurrir de nuestras vidas al Señor. Se condena aquel que sea pobre o rico, y que nunca haya sido capaz de aceptar el amor del Señor, ni siquiera en el instante final de su muerte. No olvidemos que en esta vida, todos estamos convocados para una prueba de amor a Dios. Porque una de las características del amor es la reciprocidad y ella es la que nos pide el amor de nuestro Creador, que seamos recíprocos al amor que Él nos tiene y nos demuestra.
Por otro lado, al discriminarse pobres de ricos, en la Iglesia se crea un caldo de cultivo de enfrentamientos sociales, que en fondo además de otras cuestiones está lo que era y es, el trasfondo de la Teoría de la liberación, repudiada por San Juan Pablo II y por Benedicto XVI. Si el rico no es generoso con su hermano necesitado, esto no justifica ninguna acción, verbal o material contra el rico, ello es limitarle su libre albedrío, cosa que jamás ha hecho el Señor con ninguna de sus criaturas humanas, Habrá un juicio final y en él todos daremos cuenta de nuestros actos. Por muy tremendas que sean las diferencias económicas entre las personas y por mucha que sea la avaricia del rico, nadie ni clérigos, aunque sean Obispos o Cardenales, ni a seglares les es lícito hacer de Luis Candelas, robando a los ricos para dárselo a los pobres.
El Señor no se puede asegurar que naciese en una familia de extrema pobreza. San Jose era un carpintero profesión muy estimada en aquella época su profesión equivaldrá hoy a la de un técnico medio. En el año 797 fue el destierro a Babilonia que Nabucodonosor realizó después de conquistar Jerusalén. Las cifras de los deportados son variables, Mons. Ricciotti estima que fueron unos 30.000 incluidos mujeres y niños, constituidos en general por la élite de pueblo entre los que se encuentran artesanos, carpinteros, cantero y otros menestrales que le serían útiles a Nabucodonosor, amén de terratenientes y notables del pueblo de Israel. No fueron deportados, el pueblo bajo., campesinos y pastores. El Reino de Israel no quedó vacío y desierto, por otras razones que no son del caso examinarla aquí.
Y uno puede preguntarse: ¿Quién es pobre y quien es rico? Primeramente hay que considerar que todos tengamos lo que tengamos nos consideramos pobres. Ni lo ricos se consideran ricos, pues siempre se mira hacia arriba y siempre arriba hay alguien, por encima de nosotros, y eso nos hace pensar que no somos ricos. No practicamos y nos olvidamos del principio básico que nos dice que: No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita.
La riqueza y la pobreza son términos muy relativos en Europa, Norteamérica, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y otros, que son países que se denominan desarrollados. En el resto del mundo, impera una mayor pobreza, sobre todo en países africanos y asiáticos. Hay países europeos y en otros desarrollados, en los que, por el mero hecho de ser nacionales de estos países, se les dona una pensión vitalicia, en distintas cuantías según el país de que se trate. ¿Honradamente se puede hablar de pobreza, algunos países desarrollados? Desde luego que entre millones de personas siempre hay un porcentaje de inadaptados sociales: Tal como decía San Pablo: “Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma.11 Porque nos hemos enterado que hay entre vosotros algunos que viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada, pero metiéndose en todo.12 A ésos les mandamos y les exhortamos en el Señor Jesucristo a que trabajen con sosiego para comer su propio pan”. (Ts 3,10-12).
Cierto es que la riqueza no facilita la entrada en el reino de los cielos, pero tampoco la imposibilita. El Señor nos dejó dicho a este respecto: "19 No alleguéis tesoros en la tierra donde la polilla y el orín los corroen y donde los ladrones horadan y roban. 20 Atesorad tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín los corroen y donde los ladrones no horadan ni roban. 21 Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón”. (Mt 6,19-21). Y aunque algunos ricos, se empeñan en ser los más ricos del cementerio. También nos dijo el Señor, refiriéndose al culto que le damos al dios dinero: “24 Nadie puede servir a dos señores, pues o bien, aborreciendo al uno, amará al otro, o bien, adhiriéndose al uno, menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. (Mt 6, 24). El rico no debe tener nunca miedo a desprenderse de esa falsa seguridad que le da la riqueza, pues el Señor a nadie desampara: “Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura”. (Mt 6, 33).
Más de un lector pensará que aquí falta el tema del camello y la aguja y no me he olvidado de ello. El Señor acostumbraba a enfatizar lo que aseveraba, acompañándolo de una hipérbole. Así al condenar al que escandalice le dice aquello de que más le valiera ponerse una rueda de piedra de molina y tirarse al mar. Todos sabemos que es imposible ponerse una rueda de molino al cuello, se trata de una hipérbole del Señor como es la del camello y la aguja. En conclusión hay que saber que la riqueza mal poseída es peligrosa para el alma, de la misma forma que el sufrimiento y problemas que trae la pobreza, hay que soportarlos uniendo uno sus angustias y sufrimientos a los del Señor en la cruz. Todos ricos y pobres tenemos cruces que llevar en esta vida y lo suyo es que sepamos soportarlas por amor al Señor.
Pero con respecto al rico, en el Sermón de la montaña, San Lucas es el único de los evangelistas que después de las Bienaventuranzas menciona las llamadas Malaventuranzas y nos dice que el Señor dejó dicho que: “24 Pero ¡ay de vosotros, ricos, porque habéis recibido vuestro consuelo! 25 ¡Ay de vosotros los que ahora estáis hartos! Porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros los que reís!, porque gemiréis y lloraréis. 26 ¡Ay cuando todos los hombres dijeren bien de vosotros!, porque así hicieron sus padres con los falsos profetas”. (Lc 6,24-26).
Con respecto a la pobreza espiritual, el Señor nos dijo: “1 Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. 2 Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: 3 Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. (Mt 5,1-3). Comenzaremos diciendo que nada tiene que ver la pobreza espiritual con la pobreza material, aunque haya personas que las confunda.
La materia socorre a la materia y el alimento material al cuerpo. Pobre material es el que carece del socorro material. El espíritu socorre al alma y el alimento del alma es lo espiritual. Pobreza espiritual es la del que no toma por suyos los auxilios espirituales que Tú nos das, Señor. nuestro cuerpo se alimenta de bienes materiales mientras que nuestra alma se alimenta de bienes espirituales, La incorrecta aceptación por nuestra de los bienes espirituales que Dios nos done, puede originar en nosotros una soberbia espiritual de creernos que somos alguien. Por ello es conveniente decirle a Él: Señor, que nunca me ciegue la riqueza espiritual que Tú me das, y así siempre sea un perfecto pobre espiritual.
No es posible obtener la pobreza espiritual, sin un previo desapego de todo, absolutamente de todo lo que nos rodea y conforma nuestra vida: Bienes materiales, afectos personales, ideas proyectos e ilusiones, planes de futuro, todo aquello que impida o no sea un ferviente deseo de cumplimentar la voluntad de Dios. Se puede ser pobre de espíritu teniendo riquezas, y rico de espíritu sin tener riquezas, porque lo fundamental es tener alma de pobre con y sin riquezas. Pero si se tiene alma de rico con o sin riquezas, uno se aparta de Dios.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
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La fecha que figura a continuación de cada glosa, es la de su publicación en la revista ReL, en la cual se puede leer la glosa de que se trate.
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