Madre Manuela: «La vida contemplativa busca el bien definitivo del hombre, su propia salvación»
-¿Qué pasó en su vida para que se consagrara a Dios?
-Pasó Dios. Y lo hizo poniendo en mí una inquietud, un interrogante. Aunque exteriormente todo iba bien, interiormente no dejaba de preguntarme a qué estaba destinada, qué estaba llamada a vivir, por qué sentía esa especie de insatisfacción en todo lo que me iba sucediendo -había terminado mis estudios de Biología y me preparaba las oposiciones…-. Me preguntaba si todos los proyectos que yo había imaginado, coincidían en realidad con lo que Dios había pensado para mí. Buscando respuestas -sin saberlo- pasé por varios grupos: Juventudes Marianas, Mies y finalmente el Camino Neocatecumenal. Entré en el monasterio unos días después de cumplir los 26 años.
-¿Qué recuerdo tiene del día de su consagración?
-Un pensamiento, una certeza interior que me decía: "Este lugar es la tierra donde Dios te planta para que crezcas y des fruto”.
-¿Cómo suele explicar la vida contemplativa tan difícil de entender para un mundo utilitarista?
-La vida contemplativa busca el bien definitivo del hombre que es su propia salvación. Se puede, y se debe, trabajar por buscar el bien exterior pero ¿cómo llegar al interior? El corazón sólo cambia cuando se encuentra con el amor de Dios. Jesucristo rezaba antes de llevar a cabo una misión importante como por ejemplo antes de elegir a los discípulos; gracias a esta oración ellos pudieron responder. Nosotras nos unimos, o mejor, prolongamos esta oración de intercesión de Cristo al Padre por la vida del hombre.
-¿Qué le pide a Dios cada día para desempeñar su servicio?
-Estar abierta, dejarme llevar por el Espíritu.
-Un recuerdo de su vida consagrada que jamás olvidará…
-Las largas conversaciones, llenas de “luz”, durante mi tiempo de formación.
-Cuando habla de su fundadora ¿cuál es el detalle de su vida que más le llama la atención?
-Siempre hablo de su belleza física, de su protagonismo en la Corte y del lujo y riqueza que le rodeaba. Hoy podríamos decir que era famosa, con mucho dinero y atractivo. Algo muy valorado por el mundo. Ella lo dejó todo; se cubrió el rostro -no quería ya ser vista de nadie, sólo de Dios-, salió de la Corte y empezó a vivir pobremente. Esto siempre me recuerda la fugacidad de todo y el valor de lo único que permanece.
-¿Qué hace un día normal…?
-Cada día se ordena entorno al Cuerpo de Cristo que está expuesto durante el día y la noche. Nuestros días tratan de asemejarse al ambiente de la Virgen María en Nazaret, entorno a Jesús, en relación con Él. A partir de aquí todo lo demás, la verdad es que dentro del relativo orden siempre hay alteraciones. Se marca como primordial en el horario el rezo de la Liturgia y la oración personal; el resto, es más variable según las circunstancias, aquí se incluyen el trabajo comunitario y los oficios propios de la casa que se reparten de forma rotativa; además del estudio, lectio, ensayos, visitas al locutorio, recreos, acontecimientos imprevistos como… responder a una entrevista para Iglesia en Córdoba…
-Lo más bonito de ser consagrado es…
-Poder servir a Dios.
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