Pasan los siglos y la Iglesia sigue en pie
Las personas que están pensando abandonar la Iglesia Católica para irse a una secta u otro tipo de comunidad, deberían pensar en esto. La sucesión ininterrumpida de papas, constituye una prueba fundamental que no sería inteligente ignorar. Desde Pedro a Francisco, se trata de la misma Iglesia. Su resistencia, no obstante los problemas, llama la atención y redirige la mirada hacia Dios, quien interviene en favor del ser humano y por eso ha querido constituir un medio para ayudarnos en el camino y así alcanzar la vida eterna, lo definitivo, aquello que es la base de la felicidad. Siempre que se ha dado una crisis interna o externa, aparece una generación de hombres y mujeres decididos, convencidos sobre la importancia de ser coherentes. Son los santos, aquellos a los que el papa Benedicto XVI, llamó “verdaderos reformadores de la Iglesia”. De ahí que no pierda su “chispa”.
Ante el deterioro de la vida contemplativa, aparece una Santa Teresa de Jesús, frente a la amenaza del comunismo, surge un San Juan Pablo II, y así sucesivamente. Cada época, tiene su generación de santos, de personas atraídas por el Espíritu Santo. Por eso la Iglesia sigue viva, libre de la extinción, aunque a momentos parezca un naufragio seguro. Ha resurgido incontables veces de las cenizas y ¡aquí estamos! De ahí que la permanencia de la fe en la historia sea una prueba elocuente de la existencia de Dios, quien nos fue dado a conocer en Cristo.
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