Cañizares invitó a orar «por este gran pueblo de España gestado durante siglos en unidad verdadera»
Amor, unidad, razón y verdad, gratos a los ojos de Dios
Durante su homilía, ante el templo lleno de fieles, el cardenal señaló que la celebración no era “un acto político” y añadió que “es un acto estrictamente de fe en Dios, acto profundamente cristiano, acto religioso de adoración a Dios, en quien confiamos plenamente y de quien esperamos la salvación, la luz y la sabiduría para saber hacer lo que es grato a sus ojos”.
En este sentido el purpurado señaló que lo que es grato a los ojos de Dios “siempre será el amor, no el odio; la unidad, jamás la división ni el enfrentamiento; la razón y la verdad”
Igualmente, durante su intervención, el arzobispo de Valencia destacó que el Señor está “junto a los que sufren, los pobres, los últimos, los que nadie tiene en cuenta en estas circunstancias, los que no tienen culpa alguna y van a soportar más que nadie las consecuencias de una división en la que se empeñan algunos ebrios de poder”.
"Siglos de unidad verdadera"
En otro momento de la homilía, el cardenal recordó que “los sufrimientos de los hombres son también de la Iglesia” y que “nada que sea verdaderamente humano es ajeno a Jesús”. A este respecto, también, el arzobispo se preguntó: “¿Quién se atrevería a decir, sensatamente, que le es ajena a la Iglesia la situación delicada que atravesamos? ¿Que no le importa? ¿Que no debe meterse en estas cuestiones de la situación actual en nuestra patria?”.
“Por eso es preciso orar unos por otros, orar por España y la totalidad de sus pueblos y sus gentes y orar como la mayor prueba de caridad y cercanía nuestra, como lo mejor que podemos hacer por todos cuantos formamos este noble y gran pueblo de España gestado durante siglos en unidad verdadera”, precisó.
Concluida la misa tuvo lugar la adoración al Santísimo Sacramento, que fue colocado sobre el altar mayor, y con los fieles puestos de rodillas se fueron rezando las distintas preces por España y su unidad. (Verlas abajo.)
Finalmente, al término de la celebración, el cardenal insistió en que “aquí no defendemos ninguna opción concreta, la única opción que defendemos es el Evangelio, el Evangelio de la misericordia y de la reconciliación, el Evangelio de la unidad”.
Además, agradeció la presencia de fieles que llenaban la Catedral: “¡Qué respuesta tan espléndida habéis dado en sólo unos días! Ánimo y adelante, de verdad es muy consolador y muy esperanzador. ¡Solamente Dios y su misericordia pueden ayudarnos!”
Con el cardenal concelebraron el obispo auxiliar de Valencia, Esteban Escudero; el vicario general, Vicente Fontestad; el deán de la Catedral, Emilio Aliaga; el Cabildo de la Seo y numerosos sacerdotes.
Preces por España y su unidad
(Preparadas por el arzobispado de Valencia para que parroquias y comunidades religiosas puedan introducirlas en las misas durante un mes.)
Oremos con insistencia y fe a Dios nuestro Padre, que nos hace a todos hermanos, como expresión de nuestro ser de Iglesia, a la que no le es ajeno nada de lo humano que afecta al hombre, y como un deber del cuarto mandamiento de la Ley de Dios que nos manda honrar también a la patria.
-Por España y los pueblos que la forman, para que conservemos el bien moral de la unidad, y que Jesucristo, que es Luz, Sabiduría, Misericordia, Verdad y Paz para las gentes y los pueblos, nos haga vivir estos momentos con serenidad. Roguemos al Señor.
-Para que conceda luz, prudencia, sabiduría, valor, discernimiento y acierto a nuestros políticos y gobernantes, a las instituciones del Estado y de todas las Comunidades Autónomas, y a todos los ciudadanos que viven todas las tierras de España, para encontrar salidas justas y razonables, conformes con el bien común, a la presente situación. Roguemos al Señor.
-Pidamos por España, pidamos por Cataluña, pidamos por su fidelidad a las raíces que las sustentan, por su progreso, por su bienestar, por cuanto les afecta y necesitan. Por el bien común de España con Cataluña, por la convivencia, correspondencia, solidaridad y colaboración justa entre todos los que formamos este noble y diversificado pueblo con un proyecto común y una empresa compartida desde siglos. Roguemos al Señor.
-Pidamos que Dios ilumine y dé sabiduría y discernimiento a los legisladores, para que a la hora de legislar respeten y promuevan la verdad y el bien de la familia, la totalidad de los derechos humanos con sus deberes, libertades y exigencias, sin discriminaciones ni exclusiones. Roguemos al Señor.
-Pidamos por los gobernantes y por los que gestionan el bien común para que en todo no busquen otra cosa que ese bien común y lo promuevan en toda la amplitud posible. Que Dios nos conceda cordura, sabiduría, prudencia, discernimiento para saber lo que es bueno y justo, valor, bien hacer y justo proceder, corazón y mirada limpia para actuar en estos momentos conforme a la sabiduría que procede de Dios. Roguemos al Señor.
-Por la mayor presencia de los católicos en la vida pública; en virtud de su fe y no a pesar de ella, para llevar el Evangelio a la cosa pública, y transformar y renovar desde dentro nuestra sociedad.
-Para que Dios fortalezca la fe de los cristianos laicos y que les ayude, nos ayude a todos, en la imprescindible tarea de formación en la doctrina social de la Iglesia y sus contenidos esenciales e irrenunciables, para poder asegurar así en la vida social y política una presencia unida, coherente, honesta, desinteresada, abierta a la colaboración con todas las fuerzas sanas de la nación. Roguemos al Señor.
-Pidamos por la implantación cada día mayor de la justicia social en nuestras tierras, por la extensión de la solidaridad y la justicia en favor de los pobres y menos favorecidos de la sociedad, de los que no tienen trabajo, de los inmigrantes y refugiados, que nos ayude a acoger a los inmigrantes y refugiados, a los que vienen de otras culturas o de otras religiones, de situaciones de extrema violencia e injusticia, y encontrar caminos justos y posibles en esta acogida. Roguemos al Señor.
Oh Dios, unidad suprema y amor verdadero, concede a tus hijos un solo corazón y un solo espíritu, para que vivamos en concordia, unidos en tu casa, poseamos de veras la paz que ofrecemos y conservemos la paz que recibimos. Por Jesucristo nuestro Señor.
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