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El sacrificio de Isaac o el sacrificio de Ismael… la Biblia o el Corán

El Islam está de fiesta estos días. El 24 de septiembre se corresponde este año con el día 10 del mes de du-l-hiyya musulmán, momento en que concluyen los días preceptivos en los que debe hacerse la peregrinación a la Meca y, además, se celebra la Id al-adha, es decir, el día del sacrificio, en el que se degüella un cordero, un carnero o un camello… No se trata de un sacrificio ritual normal ofrecido a la divinidad y que podríamos descubrir en cualquier religión, sino uno que conmemora el sacrificio de Ismael, el hijo de Abraham. Sí, no me he confundido, el sacrificio de Ismael, el hijo de Agar, la esclava, y no el sacrificio de Isaac, el hijo de Sara, la esposa. Los musulmanes sostienen frente a lo que dice la Biblia hebrea, nuestro Antiguo Testamento, que a quien llevó Abraham a sacrificar al monte Moria no fue a su segundo hijo, Isaac, sino a Ismael.

El Corán se hace eco del sacrificio de un hijo de Abraham (Sura 37, aleyas 102-111) al igual que la Biblia (Gn 22), sólo que el texto bíblico fue escrito bastantes siglos antes. Son dos textos esencialmente parecidos. En ambos, Dios habla con Abraham: uno de viva voz, en el otro a través de un sueño. En ambos, cuando Abraham está a punto de hacer el sacrificio, Dios interviene y reconoce en él su fidelidad. Es verdad que el texto bíblico es mucho más detallado y narrativo frente al coránico que es totalmente sintético. Suena más realista el bíblico ante la sorpresa de Isaac que desconoce lo que se está preparando… que el relato coránico, en donde el hijo incluso anima a su padre a proceder con el sacrificio. Al final, en la aleya 112, Alá anuncia a Abraham que será padre de Isaac, en la Biblia el anuncio del nacimiento de Isaac viene a través de terceros.

En cualquier caso, no hay duda de que se trata de Ismael. Ningún musulmán lo pone en duda, es más Ismael junto a su padre Abraham son personajes claves para el Islam: por ejemplo, son los creadores del santuario de La Meca, de la Kaaba y de las peregrinaciones a este lugar sagrado (Sura 2, aleyas 125-127).

¿En dónde iba a ser sacrificado Ismael?
En el mismo lugar en donde la Biblia sitúa el sacrificio de Isaac, en el monte Moria. Y una pregunta más, ¿en dónde está el monte Moria, o mejor dicho en dónde sitúan judíos y musulmanes este enclave? Pues justamente en lo que hoy conocemos como “Monte del Templo” o “Explanada de las mezquitas”. En pleno centro de Jerusalén. Y para ser más concretos, quienes hayan estado allí lo recordarán, sobre una gran piedra que se encuentra dentro de la mezquita de la Roca -de ahí su nombre-, la mezquita de la cúpula dorada, símbolo del Jerusalén musulmán. Allí, en medio de la mezquita, se encuentra la roca en donde debía ser sacrificado el hijo de Abraham.

Por cierto, que para aumentar más la tensión religiosa, los musulmanes creen que desde este punto Mahoma subió al Cielo en lo que se conoce como “el viaje nocturno”. Por algo en árabe Jerusalén se dice Al-Quds, es decir “La Santa”.

El sacrificio del cordero
Para concluir, un punto más. Las televisiones nos ofrecen estos días imágenes de musulmanes comprando corderos o carneros para la fiesta del sacrificio, Id al-adha. En realidad, el Corán no dice como la Biblia que el hijo de Abraham fuera sustituido por un carnero. Se trata más bien de una influencia externa y que habría que vincularla directamente con el conocimiento que tienen los musulmanes del pasaje bíblico “paralelo” de Gn 22, en donde Isaac sí fue sustituido por un cordero.

Una nota ecuménica. Todos reconocemos el origen ismaelita de los árabes y del Islam. Así pues, vale la pena recordar que también los musulmanes participan de las bendiciones de Abraham, padre común de la fe. Y como afirma la Declaración Nostra Aetate del Concilio Vaticano II: “La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia” (3).

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