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Entender a Dios. Orígenes de Alejandría

¿Quién puede entender a Dios? Nadie lo puede entender de forma completa y profunda. Algunas veces intentamos entenderlo y explicarlo a los demás, dando lugar a más problemas que bondades. Nuestra fe es con frecuencia intraducible o narrable de forma completa y certera, si utilizamos las palabras del mundo. 

¿Cuántas personas ven en la Cruz un fracaso? ¿Cuántas personas ven en Cristo un ser humano maravilloso, pero nada más? ¿Cuántas personas creen que Cristo se hizo hombre en igualdad de pecado que nosotros? Muchas y cada vez más. Nos sorprende que tantas personas tengan confundida la Fe Apostólica. Conforme pasa el tiempo, nuestras explicaciones del Misterio Divino se parecen más a nosotros mismos y menos a Dios. No por recitar el mismo Credo, tenemos la misma Fe, ya que existen interpretaciones que reducen la Fe a un humanismo condescendiente y relativizante. 

Aunque no podamos comprender lo que la Fe Apostólica nos dice, no podemos rebajarla y adaptarla a nosotros para que sea mejor aceptada. Ahí está una de las trampas que el marketing actual nos ofrece. Ofrecer lo que las personas quieren y no lo que realmente necesitan, es engañarnos y engañar a los demás. 

Entre las cosas sublimes y las maravillas que se pueden decir de Cristo hay una que sobresale de todas las demás y excede absolutamente la capacidad de admiración del hombre y la fragilidad de nuestra inteligencia mortal no es capaz de comprender ni imaginar. Y es que la omnipotencia de la majestad divina, la Palabra misma del Padre, la misma Sabiduría de Dios, por la que todas las cosas fueron creadas, lo visible y lo invisible, se deja contener en los límites de este hombre que se manifestó en Judea. Esta es nuestra fe. 

Pero todavía hay más. Creemos que la sabiduría de Dios se ha encerrado en el seno de una mujer, que ha nacido entre llantos y gemidos comunes a todos los recién nacidos. Y sabemos que después de todo esto, Cristo ha conocido la angustia ante la muerte hasta el punto de exclamar: “Siento una tristeza mortal.” (Mt 26,38) Fue arrastrado hacia una muerte ignominiosa…aunque sabemos que el tercer día resucitó… 

Realmente, dar a entender estas verdades a los oídos humanos, intentar expresarlas con palabras, excede la capacidad del lenguaje humano… y probablemente el de los ángeles. (Orígenes de Alejandría. Tratado de los Principios, II, 6,2) 

La Fe es sagrada, es decir, algo que nos comunica con Dios de forma directa. Si la guardamos en una vitrina de museo y la utilizamos transformada en una adaptación para el siglo XXI, estamos privando a quien nos escucha de toda la profundidad del Misterio. Estamos secularizando la fe transmitida por los Apóstoles. 

En el siglo XXI lo que nos importa es lo que nos hace la vida más sencilla y placentera. Nos encanta sentirnos diferentes externamente, porque la sociedad nos intenta homogenizar de forma interna. Por eso la Fe Apostólica es un estorbo para la implantación de una religión mundial, igualitaria, homogénea en lo interno, pero llena de diversidad en lo externo. Los gobiernos no dejan de presionar a la Iglesia para que se adapte y sea aceptada por la sociedad. 

Pero Cristo no murió por nosotros para semejante fracaso. Cristo murió para darnos vida y darla en abundancia. La Verdad (Cristo) no se presentó ante Pilatos para aceptar que el Reino es de este mundo y que la realiza del Señor se arrodille ante el poder social. Todo lo contrario, le enfrentó diciendo que el Reino de Dios no es posible construirlo con manos y leyes humanas. Necesitamos de Dios. Sin Él, no es posible construir nada. 

Salomón dice en el libro de los Salmos: "Si el Señor no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican" (Ps 127,1). La intención de estas palabras no es de apartarnos del esfuerzo por edificar, o de conseguir abandonar toda vigilancia y cuidado de la ciudad que es nuestra alma. Estaremos en lo correcto si decimos que un edificio es la obra de Dios más que del constructor, y que la salvaguardia de la ciudad ante un ataque enemigo es más obra de Dios que de los guardas. 

Pero cuando hablamos así, damos por supuesto que el hombre tiene su parte en lo que se lleva a cabo, aunque lo atribuimos agradecidos a Dios que es quien nos da el éxito. De manera semejante, el hombre no es capaz de alcanzar por sí mismo su fin. Este sólo puede conseguirse con la ayuda de Dios, y así resulta ser verdadero, "que no es del que quiere ni del que corre". (Orígenes de Alejandría. Tratado sobre los Principios, 3118-18)

Creer que es posible encontrar verdadera justicia y verdadera misericordia en lo que construimos sin Dios, es de ilusos. Por ejemplo, las Naciones Unidad nunca generarán verdadera Justicia, sino la justicia que desean los poderosos de cada momento. Un gobierno municipal, buscará soluciones para quienes protestan por las calles, pero no para los olvidados y desesperanzados. ¿Dónde podremos encontrar descanso y fuerzas para seguir adelante? El Lugar es Cristo, que es Piedra Angular sobre la que reposa el peso del mundo. 

Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. 29Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso. (Mt 11, 28-29)

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