Orar por la paz
Pero quiero añadir otra invocación a la misericordia de Dios, que es la oración por el establecimiento de la paz: necesitamos apremiantemente orar por la paz y el cese del terrorismo en el mundo entero. Necesitamos el auxilio y el favor de Dios ante los problemas tan arduos e intrincados de la paz en el mundo: paz, por lo demás, tan rota y amenazada hoy en tantos lugares de la tierra.
Con la mirada todavía puesta en el Niño que yace indefenso en el pesebre de Belén o en el patíbulo de la cruz de donde cuelga el Justo Jesús, ajusticiado injustamente, pidamos confiadamente a Dios, fuente inagotable de todo amor y misericordia, que nos libre de todo odio, de toda violencia, de todo terrorismo, de todas las destrucciones de vidas humanas, de todo mal que se oponga a la paz verdadera, la que no es posible sin la base de la ley moral universal, esto es, sin la base del seguimiento del bien y del rechazo del mal, del no dejarse vencer por el mal, antes bien, del hacer posible que se venza al mal a fuerza de bien.
Es preciso pedir a Dios que cesen tantas formas de creciente violencia, causa de indecibles sufrimientos; que se apaguen tantos focos de tensión, que corren el riesgo de degenerar en confl ictos abiertos o que ya han degenerado; que se consolide la voluntad de buscar soluciones pacífi cas, respetuosas de las legítimas aspiraciones de los hombres y de los pueblos; que aliente Él mismo las iniciativas de diálogo y de reconciliación y perdón; y que nos ayude a comprender que la única vía para construir la paz es huir horrorizados del mal y buscar siempre y con valentía el bien.
Que cada uno en la parte que le corresponda, y España toda, contribuyamos a la edificación de un futuro de justicia, de solidaridad y de paz para cada nación, derribando fronteras y superando divisiones.
Oremos para que no golpee, o que deje ya de golpear, o que nunca más ya golpee el terrorismo en ninguna parte del mundo, como en Irak, Siria, Libia, Egipto; que todos estemos unidos y seamos como una «piña» frente a él; que se multiplique la misericordia de Dios y la solidaridad, la ayuda de la caridad y de la justicia de los hombres en favor de sus víctimas.
Que crezca en todos los ciudadanos y personas de bien un verdadero amor al hombre, a todo hombre sin excepción alguna ni marginación de ningún tipo; que se respete la vida del hombre en todas y cada una de las fases de su existencia, desde el principio de su ser hasta su muerte natural, ni se le manipule, ni se le instrumentalice para otras causas o intereses, aunque puedan tener apariencia de nobles. Que la ciencia se ponga al servicio del hombre, no a la inversa, que se ejerza con conciencia para que no se vuelva contra el propio hombre. ¡Que Dios nos conceda la paz, que sólo él puede dar! Que Él nos de su gracia para que todos seamos personas que trabajan decididamente por la paz: así seremos dichosos, hijos de Dios, nuestro Padre, llamados a edificar día tras día la paz en la justicia, la verdad, la libertad y el amor. Oremos de manera especialmente intensa y ferviente, en estos momentos, por la paz en Tierra Santa, por la paz en Oriente Medio.
Dentro de pocos días -concretamente el día 10 de febrero, miércoles de Ceniza, a las 5 de la tarde, acompañando a la plegaria el ayuno cuaresmal, la diócesis de Valencia convoca (en Valencia) un encuentro interreligioso y ecuménico con líderes judíos, musulmanes, budistas, ortodoxos, evangélicos, luteranos, ..., por la paz en esta zona donde está desatada de forma tan cruel la violencia. Ante el despiadado conflicto en aquella región y otras regiones del mundo, como Nigeria, Irak, Afganistán,..,. es necesario orar insistentemente y hacer penitencia para implorar a Dios, de su piedad y misericordia el don tan precioso de la paz.
Desde este altavoz que me ofrece La Razón insisto en que pidamos por el cese inmediato del fuego entre las partes, la rápida creación de corredores humanitarios para poder llevar ayuda a la población que sufre, y que se lleven a cabo negociaciones razonables y responsables para poner fin a las objetivas situaciones de injusticia existentes en aquella región.
Oremos para que se respeten los derechos en aquella zona, porque, en concreto, los libaneses tienen derecho a que sea respetada su integridad y la soberanía del país, los israelíes tienen derecho a vivir en paz en su Estado y los palestinos a poseer su propia patria, libre y soberana.
En consecuencia, secundando la llamada de Dios en este Año Jubilar de la Misericordia, como Arzobispo de Valencia he pedido a toda la diócesis que se unan a la oración interreligiosa y ecuménica por la paz desde los lugares en que se encuentren -parroquias, comunidades, familias, y que la penitencia con que se abre el tiempo cuaresmal sea ofrecida por la paz en aquellos lugares tan castigados por la violencia de la guerra o del terrorismo.
Por esta misma intención he pedido que se ofrezcan todas las Misas en la diócesis ese día de Ceniza; que se hagan preces por lo mismo en la oración de los fieles todos los días de la Cuaresma; que se lleven a cabo convocatorias de momentos especiales de oración ante el Señor; que se susciten diversas iniciativas de vigilias y oración comunitaria en unidad con toda la Iglesia; que se recen Rosarios a la Santísima Virgen, Reina de la paz, por esto mismo; que se ofrezcan sacrificios y penitencia por la paz y el cese de toda violencia en aquellos lugares.
Y he convocado también para el día 27 de febrero una oración de los niños de la diócesis de Valencia, con la confianza plena y total de que Dios escucha la oración de los pequeños, de los que tan cerca se encuentra.
© La Razón
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