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Tal día como hoy, en Madrigalejo, hace quinientos exactos años, moría Fernando el Católico


 
            …Fernando V de España, el Rey que concibió España mediante la fructífera unión y alianza que estableció con la Castilla en la que reinaría su prima y excepcional mujer Isabel I de Castilla y de España. Auténtico padre de la patria, por lo tanto, al que conmemoraremos los españoles con la pompa y los fastos con los que acostumbramos a celebrar a todos cuantos han hecho algo por engrandecer ese gran proyecto histórico que son España y el mundo hispánico, a saber… con ninguna. ¡Qué se le va a hacer! Al fin y al cabo, la indiferencia, cuando no la vergüenza, de ser español y de los compatriotas que hicieron grande el nombre de España en la historia, se presenta cada vez más como la más característica manera de ser precisamente españoles.
 
            Con fastos o sin ellos, Fernando V, llamado el Católico por bula papal (pinche aquí para conocer mejor el tema) emitida por el Papa Alejandro VI (pinche aquí si desea conocer mejor al interesante papa español), viene a morir en un pueblecito perdido de Extremadura, en la parte sur de la provincia de Cáceres, que no tiene hoy ni dos mil habitantes y tampoco los tenía cuando vino a morir a él el hombre más poderoso de su época: Madrigalejo. Si lo visita Vd., en una de sus casas le saludará una sencilla placa adosada a una casa que, por lo demás, en nada llama la atención, en la que podrá leer:
 
            “Falleció el muy alto y poderoso Rey Don Fernando el V de gloriosa memoria, aquí en esta cámara de Madrigalejo en la Casa de Nuestra Señora Santa María de Guadalupe, miércoles día de San Ildefonso entre las tres y las cuatro de la mañana, que fueron XXIII días del mes de enero de MDXVI [1516]”
 
            La casa en cuestión es la conocida como “Casa de Santa María”, perteneciente, en los días en los que Fernando el Católico rendía sus días en ella, al Monasterio de Guadalupe al que los Reyes Católicos tanta devoción profesaban. Una casa exenta de todo lujo en la que, sin embargo, el propio Fernando no pernoctaba por primera vez sino por tercera, y en la que aún habrían de pernoctar otros encumbradísimos personajes como el malogrado Sebastián de Portugal o Felipe II de España, los dos por cierto, biznietos del Católico.
 
            Se hallaba el gran Fernando de viaje a Guadalupe cuando se sintió indispuesto y hubo de ser alojado de urgencia en la Casa de Santa María. Los que le estaban esperaban en Guadalupe, al conocer la gravedad del caso, se precipitaron sobre el Madrigalejo en el que el Rey agonizaba. Entre ellos ni más ni menos que el representante de los intereses de Carlos Habsburgo, Adriano de Utrecht, regente de España pocos años después y futuro Papa de Roma (pinchando aquí lo puede conocer todo sobre este gran personaje de la historia de España). Desde Aragón llegará también la que era entonces su reina, Germana de Foix, la joven y bella esposa del Católico, en la que tanto consuelo hallará después un joven Carlos de Habsburgo al llegar a España con sus escasos 16 años de edad. Cabe imaginar la sorpresa de tan pequeño y humilde pueblecito al verse lugar de encuentro de muchos de los más importantes señores de Europa con sus respectivos séquitos y compañías.
 
            Pasó Fernando unos días muriéndose en Madrigalejo, y tiempo tuvo de reglar todo lo relativo a su sucesión. Por un lado, deja la regencia de Castilla al Cardenal Cisneros, que ya la desempeñara cuando en 1506 muriera la gran Isabel, y la de Aragón al arzobispo de Zaragoza, D. Alonso de Aragón, por cierto, uno más de sus hijos naturales. Pero por otro, deja heredero de sus reinos a Carlos de Habsburgo, el hijo mayor de su hija Juana, en detrimento del nieto que con tanto esmero y cariño había educado él en persona, Fernando de Habsburgo, hermano de Carlos pero tres años menor. Con lo que si por un lado conseguiría evitar una guerra civil española sin violentar las normas de la sucesión al trono, por otro vinculaba definitivamente la suerte de España a la del Imperio, cimentando los que con sus luces y sus sombras habrían de ser los dos siglos más grandes de la historia de España.
 
            Dirá de él el gran cronista de la época Pedro Mártir de Anglería: “El señor de tantos reinos, el adornado de tantas palmas, el propagador de la religión católica y el vencedor de tantos enemigos, murió en una miserable casa rústica y, contra la opinión de las gentes, pobre”.
 
            Y sin más por hoy, queridos amigos, sino desearles que hagan Vds. mucho bien y no reciban menos, por aquí nos vemos.
 
 
            ©L.A.
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