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Lector de Santa Teresa


P. José Antonio AGUIRRE SETAS, S.J.


Arguedas (Navarra) 01/07/1943– Loyola (Guipúzcoa) 30/08/2014
 
 José Antonio Aguirre Setas nació en Arguedas (Navarra) el 1 de julio de 1943. Con 11
años fue a estudiar al Colegio-Seminario de Javier y terminó el bachiller en el Colegio de Tudela. Era muy inteligente, trabajador y tenía un carácter alegre. Contaba chascarrillos y anécdotas con el gracejo típico de la Ribera de Navarra.
 
 Terminado el bachiller entra en el Noviciado de Santa María de Veruela (Zaragoza).
Dos años después pasará a Salamanca para iniciar el juniorado. Los profesores le destinan a  hacer perficit. En 1965 llega a Loyola para iniciar la Filosofía. Son unos
años de estudio serio. Setas (así es conocido entre nosotros) va estudiando el marxismo a fondo y en esa época empieza a gestar en su cabeza y en su  corazón la idea de trabajar en América Latina, concretamente en Perú. Convalida la Filosofía en la Universidad de Valencia y, antes de comenzar la Teología en Deusto, va a Madrid para hacer algunos créditos de Sociología en el Instituto León XIII.
 
 Termina la Teología en Lima. Viene a Pamplona para ordenarse de sacerdote en
vísperas de la Navidad de 1974. Ese mismo año aparece como profesor en CIPCA. Para hacer la Tercera Probación va a Santiago de Chile. Vuelve a Perú. En Piura hace los últimos votos y comienza un trabajo serio y duro en las Universidades Populares de Piura, en Lima-Nazaret (Servicios educativos el Agustino); en Huancayo estará cuatro años en el centro de Capacitación de Adultos y en el Centro del Campesinado “Monte Castillo”. Cuatro años entregado al trabajo pastoral en el Alto Ilo, al suroeste del Perú.
 
Otros seis años trabajará de nuevo en CIPCA y vuelve a la Provincia de Loyola. Cuatro años colaborando con ALBOAN, con el Mensajero y con la Parroquia de Uretamendi. En ese momento se agudizan los problemas en la columna y, tras alguna operación urgente y una convalecencia larga en la Universidad de Deusto, el año 2001 es destinado a la enfermería de la Comunidad de Pamplona.
 
 Van a ser 13 años de dolor permanente. Ni la asistencia sistemática a la Unidad del
dolor en el Hospital de Navarra, ni una operación en Málaga, ni la abundante medicación podían paliar el dolor constante que noche y día padecía. Estos días y noches sin poder pegar  ojo le ayudaron a ir creciendo en su mundo interior. Largas horas de soledad, de silencio, de lectura, de oración.
 
 Leía con frecuencia a santa Teresa de Jesús, sobre todo el Libro de las Moradas. En las
obras completas de santa Teresa, uno de los libros de cabecera, hemos encontrado, en la
página 415, medio folio copiado por él, con la siguiente oración:
 
“Dichoso el corazón enamorado que en sólo Dios ha puesto el pensamiento
Por El renuncia todo lo criado, y en Él halla su gloria y su contento;
Aun de sí mismo descuidado, porque en su Dios está todo su intento,
Y así alegre pasa y muy gozoso las ondas de este mar tempestuoso”.
 
 Se veía que manejaba mucho este breve texto y debajo había fotocopiado, recortado y
pegado el conocido texto de Santa Teresa: “Nada te turbe…”
 
 Han aparecido, cerca del sillón, otras oraciones. En concreto en una ficha plastificada
podemos leer el texto del P. Arrupe: “En las manos de Dios” y por el otro lado el “Tomad, Señor, y recibid”. Leía mucho: varias novelas de Vargas Llosa, el Quijote, libros de Teología  los tenía apilados muy cerca para poder acceder a ellos sin dificultad. 
 
 Muchas visitas ha recibido en la enfermería de Pamplona: amigos de Navarra, de
Bilbao, de ALBOAN, de Perú, jesuitas y no jesuitas para charlar un buen rato con él, cosa que agradecía mucho.
 
 El estaba viviendo un proceso de transformación interior. Por eso en varias ocasiones
y privadamente dijo: “esta enfermedad es una de las gracias más grandes que Dios me ha dado” y con un compañero que entró en su habitación porque gritaba de dolor, se pusieron a hablar. El amigo le dijo que era importante vivir la presencia de Dios. Setas le contestó: “a mí la presencia de Dios me cuesta muy poco”.
 
 Muchos aspectos de este gran jesuita me dejo en el tintero. José Antonio Aguirre era
un creyente en Jesús de Nazaret y vivió su vida y su vocación sin fisuras y su dolor
permanente con gallardía.
 
 Que descanse en paz.
 
Ángel Ortiz de Urbina Basabe, sj
Pamplona, 2.09.2014
 

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