Quien es sencillo se ha liberado del orgullo
Por eso los sabios son humildes, los que se dejan llenar por el Espíritu Santo son sencillos y no se dan demasiada importancia: los verdaderos santos son humildes.
Porque el Espíritu Santo no puede trabajar en los corazones dominados por el orgullo. Están tan llenos de sí mismos que allí no hay espacio para el Espíritu Santo; están tan ocupados cuidando su imagen que no tienen tiempo para abrirse a la acción divina.
Pero la humildad que infunde el Espíritu Santo no es la tristeza de las personas que se desprecian a sí mismas. Es la sencillez de quien se ha liberado del orgullo, y entonces sufre mucho menos. No tiene que preocuparse tanto por lo que digan los demás, y eso se traduce en una agradable paz, en una sensación interior de grata libertad.
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