Familia, vocación y camino
Para entender la Exhortación Amoris Laetitia son esenciales su apertura y su cierre. Francisco arranca de la gran historia de familias que es la Biblia. Vemos a la familia, desde el inicio, entroncada en el designio de Dios para la felicidad del hombre y para su misión en el mundo. La propia dinámica del amor esponsal es reflejo del misterio divino. Y sin embargo, tantas veces, la vida de la familia es un sendero de sufrimiento, como escribe el Papa. Familia: una vocación de plenitud y de alegría, pero su camino está lleno de fatiga y división. Este camino ha necesitado siempre la misericordia y el perdón, una curación que solo puede venir de Dios. Bien se lo explicó Jesús a sus perplejos discípulos.
El epígrafe final contempla a la familia que engendra y cuida: transmite la vida, la sostiene y educa. Es el hospital más cercano. Formar una familia es “ser parte del sueño de Dios”, dice Francisco. Cada miembro de la familia es compañero de camino de los otros, para que alcancen su plenitud, aquí y en la vida eterna. Pero además, la verdadera familia nunca se encierra en sí misma. Tiene una misión cara al mundo, para el que es presencia viva de la maternidad de la Iglesia.
Entre los polos de este arco, toda la amplia problemática de desafíos culturales, sociales y pastorales que hoy presenta la familia. El capítulo 8, dedicado al discernimiento de las heridas que viven las familias hoy, no se entendería fuera de este contexto. Francisco recuerda que la Iglesia no debe renunciar nunca a proponer el ideal pleno del matrimonio, al tiempo que reclama a los pastores un esfuerzo de acompañamiento a quienes atraviesan situaciones difíciles, de manera que puedan caminar hacia la plena realización del designio de Dios. Acoger y acompañar las situaciones excepcionales, dice el Papa, no implica ocultar el ideal más pleno que Jesús ofrece al ser humano. Se trata de la “via caritatis”, que no elude las exigencias de la verdad ni hace rebajas, pero toma en cuenta la fragilidad de cada hombre y mujer para levantarla. Hagamos caso al Papa, démonos tiempo y leamos este gran documento desde su corazón: la familia no es un tema más para la Iglesia, contiene la clave del misterio de la alianza de Dios con el hombre, y por eso es también decisiva para la historia.
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